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04 julio 2009

El Tombatossals con pies de barro.






Muy estimados lectores, no se porque extraño motivo, ni a que justificada razón responde, pero desde hace algún tiempo a esta parte, están surgiendo con relativa frecuencia en los espacios públicos de nuestra ciudad, esculturas del pintor Melchor Zapata, la más conocida, el “Tombatossals” en la avenida Lledó, pero también, “El Arrancapins”, el “Toro” en la plaza de España, junto al parque Ribalta, “EL Árbol” en Burriana y por ultimo “Maternidad” en la plaza de la Hierba de Castellón entre algunas mas diseminadas por diversas ciudades de la comarca, y no es que esto me resulte algo malo en principio, sino fuera porque a parte de no aportar en la inmensa mayoría de ellas, ningún valor referente, ni en lo estético, ni en lo artístico, tampoco lo hace en su relación con el entorno urbanístico, donde muchas veces, o no se ha pensado en un concepto armónico y coherente de las escalas y las proporciones, o bien el emplazamiento del lugar elegido no es el más idóneo. Quizás el motivo de tanta pobreza técnica y conceptual se deba, a que como el mismo suele decir en sus entrevistas, se reconoce más como pintor, que como escultor, algo que le honra por su sinceridad y franqueza (aunque particularmente considere, que es igual de anodino, en ambas disciplinas artísticas) pero esto algo que no tendría tampoco mayor importancia, sino fuera porque la critica de esta ciudad, al parecer no comparte este criterio, la cual ensalzándolo y haciéndose eco en los periódicos de mayor tirada de esta localidad, ha llegado a considerarlo “un genio”, “un maestro del color” y hasta se ha atrevido a comparado, en lo que considero un ataque de “delirium tremens”, con el mismísimo Miguel Ángel Buonarotti, a ver señores, como decía el portero del edificio, en una popular serie televisiva, “un poquito de por favor” está bien la cortesía y la amabilidad, está bien, que se halague al “artista”, incluso está muy bien, que se le invite a comer una paella si se quiere, pero de ahí, a comparar a Melchor Zapata, con el escultor por excelencia de todos los tiempos, al autor de obras de tan excelso virtuosismo, como lo son “El Moisés”, “La Pietat”, o el archiconocido “David” es cuanto menos de una desproporción absurda, de tal incoherencia intelectual, que haría enrojecer de vergüenza, al más inculto de esta nuestra “comunitat”, pero bueno, como dice el refrán, “en la variedad se encuentra el gusto” y en la huerta del Señor, podemos encontrarnos de todo, incluidos aquellos raros “especimenes” que cometen tan inexplicables errores, impropios de alguien que ha dedicado sus estudios a la critica especializada en arte. Y esto aunque nos pueda parecer raro, es sin lugar a duda, la piedra angular de cómo se concibe y se trata el Arte en esta ciudad, porque al parecer, no se quiere entender aun, que cuando se eleva hasta el delirio al que no es más que un aficionado con cierta gracia, se infravalora a aquellos que merecen un mejor y mayor reconocimiento de su trabajo. Si somos capaces de equiparar en una comparación absurda, a Melchor Zapata con Miguel Ángel Bonarotti o a Juan Ripollés con Pablo Picasso, entonces es que se ha perdido el rumbo y junto con el, la pérdida de valores que marcan las diferencias entre lo culto y lo vulgar, entre lo profesional y lo aficionado, entonces se es incapaz de diferenciar la autenticidad de un jarrón de porcelana china, de cualquiera de sus históricas dinastías, con uno de losa, que podemos comprar en una tienda barata oriental de todo a un euro. Cosas como estas, son las que les hacen ser ignorantes patológicos, es decir, cultos sin cultura, especialistas sin instrucción y sobre todo y para mayor vergüenza, muy injustos.

Pero retomando el tema que hoy nos ocupa, que no es otro que la reveladora propagación de la obra escultórica de Melchor Zapata, siempre he pensado (y no solo en este caso) que es injustificada tantas asignaciones de proyectos a una misma persona, porque estoy convencido de que en nuestra ciudad, contamos con jóvenes creadores, egresados de las escuelas y talleres de Arte de Castellón, Valencia y Alicante, mucho mejor preparados y que aportarían mayor calidad y frescura, tanto en las técnicas como en los contenidos de los proyectos, claro que para que esto ocurra, la política de “encargos” tendría que ser mas heterogénea y justa, pues tal parece como si solo existieran los mismos “elegidos” para diseñar el “arte” de esta zona, y puedo entender que los haya, pero lo que me molesta, es que pretendan convencernos de una calidad y unos valores artísticos inexistentes, otorgándoles un lugar injustamente merecido, que no solo ofende a la razón y al intelecto de los que vemos mas allá de las fronteras de esta ciudad, dejándonos indirectamente como ignorantes, sino que además, nos hiere mucho a los ojos y al corazón. Y es que en realidad, salvo escasas excepciones, aquí los hay malos en el oficio, muy malos en las ideas y peores en las dos cosas.

En el caso de Melchor Zapata, tanto el trabajo que realiza en pintura, como en la escultura, podría calificarlo de aficionadamente digno, sin duda es un gran trabajador y prueba de ello, son sus regulares exposiciones y proyectos que acomete en cortos períodos de tiempo. Pero en Arte no solo el trabajo cuenta, hay que hacerlo desde el estudio, la investigación y desde un espíritu de superación constante, tratando siempre de aportar aunque sea en una pequeña parte, distinción, calidad y amor en las propuestas. Pero al hacerse tan reiterativo y omnipresente en nuestros paseos de domingo por esta ciudad, nos permite descubrir en cada obra, sus más autenticas carencias y errores. Y es que lo bueno queridos amigos, si es breve, dos veces bueno, un atracón aunque sea de caviar (suponiendo que este sea el caso) nos pude resultar indigesto, no solo a las bocas que saben degustar y apreciar los sabores, sino también a las que engullen como inciviles.

Muchas gracias

Amaury Suárez


Seguiremos informando…