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09 agosto 2010

¿Sabes cual es tu grupo? El autodidacta y el profesional. Segunda parte.

Estimados lectores como continuidad al anterior artículo referido a los grupos que están vinculados a los aspectos de la creación en el arte, concretamente en la disciplina de pintura, me dispongo a opinar sobre los que comprenden a los creadores Autodidactas y Profesionales en esta segunda entrega

El autodidacta, es aquel que consulta, estudia, investiga, y se auto enseña, alimenta siempre la duda, porque la utiliza como motor impulsor de su desarrollo y búsqueda, no se conforma fácilmente con los resultados, y es en definitiva, un eterno aprendiz que en dependencia del rigor y la constancia que aplique a su particular método de estudio, este se aproxima, y a veces supera, los resultados de un profesional, tanto en los aspectos técnicos, como en los del discurso de su obra, lo cual no le imposibilita la obtención loable, de un beneficio material por su trabajo, así como un reconocimiento colectivo a su obra. Pero aun cuando esto en un principio pudiera resultar de gran atractivo, no podemos olvidar que este sistema de formación también tiene sus limitaciones provocadas por esa formación solitaria e individual que el estudioso lleva a cabo, en él recae toda la responsabilidad de éxito y si bien es cierto, que en todos los sistemas la voluntad, dedicación y disciplina del sujeto es determinante, en esta se hace más patente pues las pretensiones del autodidacta van dirigidas a la superación técnica y especializada pero en solitario, viéndose imposibilitado a establecer de manera ágil e inmediata un ágora de debate constructivo y enriquecedor con personas que participan de los mismos intereses y motivaciones en un entorno común para todos. Por otra parte, la ausencia de un sistema “ordenado”, provoca la necesidad de un uso mayor del tiempo de investigación y búsqueda, para llegar a similares resultantes que un profesional alcanzaría en menor tiempo, gracias a un sistema de orden y selección, que surge como resultante de una herencia del conocimiento que se ha alcanzado durante años, a veces siglos. Otra limitante provocada por esta acción solitaria de estudio y que se expresa como característica muy común en este grupo, es la imposibilidad de confrontación de resultados con aquellos que tienen más años de experiencia en el tema, (llámense maestros) a los que el autodidacta no tiene acceso inmediato o la posibilidad de acceder cómodamente cuando empieza a acercarse u obtener los resultados deseados, de ahí que podamos encontrar que mucho del conocimiento que dicen tener, no es verificable, sino que este se reduce a una declaración que no ha sido sometida a examen por un publico experto. Pero aun así y a pesar de estas deficiencias o limitaciones, el autodidacta se diferencia del aficionado, en el interés hacia la aceptación de un sistema de estudio, que le incita a la experimentación y búsqueda constante de sus objetivos ayudándole a elevar la calidad de su trabajo. Podemos decir que para un autodidacta el buen resultado no es tan importante, como el conocimiento que lo provocó, asumiendo una actitud de constante renovación y mejora.

Así como en todos estos años de experiencia personal, vinculado al mundo del arte, no he podido tener la posibilidad de descubrir sorprendentes resultados en el primer grupo (el de los aficionados), en el caso de los autodidactas, sí la he tenido, y es algo que incluso me ha hecho dudar entre las diferencias sustanciales entre éste, y un pintor profesional. Sinceramente en algunos casos, lo único que he podido encontrar como diferencia sutil y a mi juicio, de una importancia relativa, entre un pintor autodidacta y otro profesional, es la tenencia de un papel a modo de titulo, que a uno de los dos le ha sido otorgado por una institución oficial de Bellas Artes del país en donde reside, algo que para lo único que puede ser utilizado es como documento administrativo indispensable para trabajar en la docencia publica o como funcionario del estado vinculado a la rama del arte y la cultura, pero en el caso de que el profesional quiera vincularse al sector privado o dedicarse exclusivamente a la actividad creativa, ese titulo no le serviría absolutamente para nada, ya que en este caso el factor a valorar, es el conocimiento sobre la especialidad que pueda demostrar y/o el resultado del producto artístico, es decir, la calidad de la obra misma que se valora.

En varias ocasiones, para mi sorpresa, he visto resultados artísticos de una gran calidad, realizados por rigurosos autodidactas, que han superado ampliamente los de profesionales, lo cual me ha llevado a pensar, en el positivo valor de la constancia, el rigor y la disciplina en el trabajo, como motor impulsor de la calidad, o que la educación en el terreno de las Bellas Artes, tiene en estos momentos grandes deficiencias pedagógicas y de método, que imposibilita la garantía, de al menos, buenos pintores. Pero esto es otro asunto que alguna vez trataré en este blog.

A continuación les relaciono los nombres de los pintores autodidactas, cuyas obras aparecen consecutivamente, ilustrando este artículo, ellos son:

1. Lee Jones, pintor autodidacta de Liverpool
2. Ricardo Summers Ysern, “Serny” pintor autodidacta. Puerto de Santa María, Cádiz, 1908 - Madrid, 1995.
3. Víctor Venegas pintor autodidacta chileno
4. Johannes Wessmark, pintor autodidacta que realiza gran parte de su obra con lápices de colores, como la obra que pudieron apreciar más arriba.
5. Manuel Hurtado pintor autodidacta. Nace en Medina de las Torres (Badajoz), pero vive en Barcelona desde muy pequeño.

El profesional, es aquel que ha sido formado e instruido, en un método con arreglo a leyes y procedimientos que ilustra al conocimiento académico, el cual toma a la pedagogía como herramienta vehicular de las materias, basadas en la experiencia del legado histórico, tanto de los aspectos conceptuales como en los puramente técnicos y de oficio, en la aplicación de un método científico que como tal, se sustenta en sus dos pilares fundamentales, la reproducibilidad es decir, la capacidad de repetir un determinado experimento, en cualquier lugar y por cualquier persona y el de la falsabilidad que es aquel que nos plantea que toda proposición científica tiene que ser susceptible de ser falsada, es decir que para constatar una teoría esta debe intentar refutarse mediante un contraejemplo, sin duda un principio que contradice y deja sin argumentos, a aquellos que plantean la rigidez, o inmovilismo, así como la limitación creativa del conocimiento académico. Sin duda un método que proporciona permite y facilita, el desarrollo de las habilidades, basadas en las actitudes y aptitudes del que quiere aprender. En definitiva la academia posibilita una formación sistemática y sistémica en los conocimientos de las materias a estudiar, debate con maestros y entre pares, adquiere un primer reconocimiento autorizado y oficial, implementado mediante exámenes que son analizados, valorados y finalmente aprobados, por expertos en arte o en la disciplina artística concreta, lo cual hace posible en un principio, que los resultados suelan ser de mayor calado en la calidad formal y en las propuestas conceptuales. También es el profesional el que posee más posibilidades de establecer un “dialogo” mas profundo y fluido con la imagen permitiéndole un goce mayor que no se circunscribe solo a la descripción formal de esta, (como suele ocurrir en el grupo Aficionado) sino que este disfruta además, de los objetivos planteado por el autor en su propuesta artística.

Dicho esto hay que decir, que todas estos recursos especializados de vinculación con la disciplina artística, que vemos en este ultimo grupo, no garantiza que el profesional tenga un éxito comercial, ni un reconocimiento social al concluir dicha formación y que mucho menos pueda vivir de ello, pues como todos sabemos, las “leyes” del gusto, se basan fundamentalmente en cuestiones que tienen que ver más con la subjetividad, o con la preferencia “caprichosa” de un reducido grupo de poder, (marchantes, galeristas, grandes capitales, etc.,) que marcan las líneas de éxito comercial de los artistas y las obras en el mercado del arte, y que tal decisión, no tiene nada que ver a veces, ni con la calidad, ni con la formación del artista, ni con la rigidez matemática de las leyes. Otra cuestión, es que si bien es cierto que la obtención del conocimiento técnico, tanto del oficio como los culturales, facilitan un vínculo más armónico con la calidad, esto no puede garantizar el éxito en las propuestas y motivaciones artísticas que expone el autor, ya que es un factor que tiene que ver más con lo vivencial y casuístico, que con un resultado aritmético regido por leyes.

En cualquier caso, todo éxito dependerá del factor humano, y solo él podrá garantizar la calidad de las propuestas artísticas en la medida que este abrigue la necesidad de poseer un amplio sentido de la responsabilidad, la constancia, la disciplina y los valores que puedan hacer posible, que sus propuestas artísticas sean escuchadas, valoradas y reconocidas por el gran publico y la critica especializada. Solo el artista es el primer responsable de otorgarse la categoría que merece y con ella, el juicio valorativo de la crítica y el amplio publico. En definitiva poco tiene que ver si el que crea es profesional, autodidacta o aficionado, la calidad de su trabajo hablara siempre por el.

Y es que el secreto de todo se encuentra en nosotros mismos.

Muchas gracias y hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

Nota del autor:
Los pintores profesionales que he seleccionado para ilustrar este artículo son los siguientes:

1. Pablo Picasso
2. Antonio López
3. Gustav Klimt
4. Salvador Dalí
5. Wassily Kandinsky