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13 marzo 2011

"Comba10. Mejor menos con mas"

Estimados lectores:

Con motivo de la celebración del dia internacional de la mujer trabajadora, el pasado 8 de marzo fue inaugurada al publico en la Sala Bancaja Abadía de Castellón, situada en Plaza de la Hierba s/n, la exposición titulada “¿Qué pintan las mujeres?”. Una muestra protagonizada por el singular grupo Comba 10, integrado en su totalidad por mujeres dedicadas a la creación en las artes plásticas, y que en esta ocasión rinden merecido homenaje a aquellas pintoras que recoge la historia del Arte.

Con un claro interés de reivindicación del papel femenino en el terreno del arte, el grupo Comba 10 integrado por Rosana Asensio, Mª Carmen López Olivares, Sara Lloret, Mª Carmen Aldás, Pilar Edo, María Griñó, Agustina Ortega, Eloisa Aldás, Tere Colomé y María Olmeda, nos presenta un amplio y variado abanico de diversas iconografías de artistas femeninas, que han estado presente en la historia del arte desde los tiempos del Alto Renacimiento Italiano, hasta la época actual y que en esta muestra, conviven en esa intención de recreación “dual” entre la obra de la pintora homenajeada y la interpretación de la que le rinde el tributo. En la exposición cada pieza (cuadros, instalación y fotografía) está acompañado de un panel donde se reseñan los datos biográficos de la artista homenajeada, así como algunos aspectos de interés de su carrera artística y personal, lo cual aporta y refuerza el carácter didáctico e instructivo de la muestra y le agrega un plus en su valor comunicativo con el público. Fundiéndose en un resultado único, donde el recurso de apropiación (al menos en la idea del discurso) se hace presente y donde en algunos casos, el resultado le confiere a la obra un gran interés plástico, tanto en su concepto, como en la factura del trabajo, (aunque siempre con algunas excepciones). Quizás resulte oportuna la ocasión para que el grupo se replantee el concepto de unidad, más que por cuestiones superficiales de afinidad de caracteres o de sexo, por apostar por la calidad y seriedad con que cada integrante acomete su obra y los proyectos, porque de esa forma, será lo único que contribuya a una mayor profesionalidad, interés y valor del grupo. No estaría mal restarle al “10” del grupo Comba dos o tres dígitos, para así ofrecer más, con menos, (pero esto es solo una sugerencia).

Aun cuando podríamos alabar de esta exposición su puesta en escena, e incluso su noble intención en reivindicar el valioso papel que ha desempeñado durante tanto tiempo la mujer en diferentes actividades de la vida, esta exposición es un buen ejemplo que nos demuestra, que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Y por otra parte, desde el punto de vista del arte esto no puede ser suficiente, por ser éste el escenario indiscutible donde gracias a la armonía entre contenido y forma, se pueden sublimar las ideas. Pero en esta exposición existen claros ejemplos (a los que voy a referirme a continuación) que nos demuestran, que aunque muy válidos en sus propósitos e intenciones, dejan mucho que desear en su manera de ejecutarse, lo cual actúa en detrimento de la calidad general del conjunto en esta exposición en particular y del grupo en general.

La exposición de izquierda a derecha…

De sencilla y muy esquemática podría considerarse la visión que nos presenta Rosana Asensio de la obra de Lavinia Fontana, donde apreciamos un peligroso acercamiento a un resultado que acaricia lo simple y caricaturesco en la forma, haciendo flaco favor a la depurada técnica de la artista boloñesa. Quizás fueron las prisas las causantes de este resultado o simplemente, el poco interés por profundizar más en el tema, no lo se, pero está claro que en esta ocasión, Rosana no ha estado a la altura de tan exquisita pintora italiana que ya desde la cuna acariciaba el rigor del oficio con el ejemplo de su padre, el gran pintor Prospero Fontana.

Mª Carmen López Olivares se atreve con la obra de Artemisia Gentileschi y Sofonisba Anguissola en un hermoso díptico de intención surrealista, donde la composición se fragmenta y el color se hace protagonista. Su resultado es muy hermoso y de gran calidad, no se puede negar que se siente muy cómoda incursionando en esas barrocas atmósferas donde la luces y las sombras dotan al resultado de una exquisita belleza.

Mª Carmen Aldás con la obra de Mary Cassatt realiza una visión un tanto infantil, tanto por el elemental uso del color, como por la simpleza del dibujo que emplea, transformando la belleza de la obra original, (basada más que en el motivo que trata, en el dominio y la fuerza del color) en una visión más simple, “bonita” y muy decorativa.

Con paso seguro y ajustado a un lenguaje que le caracteriza, Maria Griñó nos recrea una obra de Suzanne Valadon. Griñó no arriesga en soluciones y experimentos que no le son afines, prefiere aportar su manera y forma de concebir la pintura y eso se agradece, porque a pesar de que podamos recordar la obra de Suzanne Valadon, estaremos en presencia de un cuadro de Maria Griñó.

Sara Lloret en su trabajo inspirado en el de Tamara Lempicka, nos habla del color, del amplio recurso textural que conoce, de la habilidad que expresa en convertir el motivo de referencia, en un resultado más propio y personal, dotándolo de una buena calidad y una amplitud de los recursos plásticos utilizados. Aunque inspirado en Lempicka, Sara Lloret nos muestra una obra propia, con personalidad, rigor y gran belleza que la coloca entre mis favoritas.

No tiene tanta suerte en el resultado Agustina Ortega, con su trabajo inspirado en la pintora mexicana Frida Khalo, del que solo existe una alusión simplista y superficial del tema, a parte de un mal uso del recurso del collage, que mas que encolamiento o adherencia, es un "pegote". Su trabajo es descuidado, tosco y de pobre factura, pero sobre todo está, lo maniqueo y elemental en su discurso (para Frida el escudo mexicano, para Agustina el de Castellón) como si todo el angustioso mundo surrealista de la mexicana se redujera sencillamente a un símbolo patrio, y si con esto no hubiera suficiente “paja” en el cuadro, lo llenamos de frases e ideas, que de tanto repetirse se han convertido en topicazos de los que todos hemos oído hablar, pero que nadie sabe muy bien lo que significan, y si no, atenednos a lo que a la vista está. Para terminar solo decir a modo de piropo, que Ortega no salió muy favorecida en su autorretrato, no se si por modestia, o por falta de conocimiento en el dibujo.

Por otra parte Pilar Edo nos invita desde su obra, inspirada en la de la pintora Hispano-mexicana Remedios Varo, a disfrutar de los amplios recursos de la estampación, el collage y el accidente, logrando un resultado muy rico en los recursos plásticos, que trasciende el carácter ilustrador característico de la obra de Varo, para convertirlo en un resultado más plástico y experimental. Bajo una iconografía de inquietante “surrealidad” nos permite ver su capacidad de aportación personal sobre el motivo de referencia.

Tere Colomer nos presenta un trabajo inspirado en la obra de la artista Neoyorkina Susan Rothenberg de indiscutible valor plástico, lo textural ya forma parte de su sello y es algo que la pintora local ha ido madurando desde hace tiempo, pero en esta ocasión creo que no existe una correspondencia con la pintora de referencia, no solo sus iconografías son diferentes, sino el discurso que profesan en sus obras. La composición de Colomer basada en la hegemonía de los cortes sobre el lienzo, la vincula más al espacialismo de Lucio Fontana, que a Rothenberg. Lo contemporáneo aunque a veces confuso e impenetrable, también tiene sus propias reglas y personalidades y exige de nosotros mayor cultura e información para poder conocerlo y respetarlo.

En esta ocasión no considero nada acertada la pieza de Maria Olmeda, pues reducir la indiscutible, “autoflagelante” y profunda riqueza conceptual que encontramos en la obra de Gina Pane, a la instalación que nos propone, es poco menos que un insulto a la inteligencia, más propia de una decoración para escaparate de productos baratos, con jarrón y flores rojas marchitándose y cuchillas de afeitar desparramadas por el suelo, denota muy poco respeto por el arte y más que un homenaje a tan destacada artista, bien podría considerarse como una ofensa,. Sin duda un claro ejemplo de la manera superficial de ver y entender el arte contemporáneo que tienen algunos, cuando en realidad éste (el arte contemporáneo) está condicionado por la compleja erudición de sus planteamientos, viéndose obligado a veces, a ahogarse en el hermetismo de su propio discurso, pero de eso, a ser recreado en tamaña superficialidad. Claro que no tiene Olmeda porque preocuparse, no creo que Gina Pane conociera de esta exposición y sobre todo, (razón mayor de peso) que el arte nota su ausencia desde el año 1990.

Para finalizar la fotografía de Eloisa Aldás vinculada a la obra de la Dorothea Lange, me parece en su propuesta, no solo dolorosamente “hermosa”, si no muy en correspondencia conceptual con las intenciones de crónica documental que imprimía la norteamericana a las suyas. Como buena “discípula”, Eloisa Aldás pretende mostrarnos la senda de sus intenciones con este ejemplo que testimonia la cruda realidad, de contenida crónica desgarradora.

Les recomiendo a todos ustedes que asistan a ver esta variada muestra del grupo Comba10. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 3 de abril.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez