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18 marzo 2011

La niñez de los abuelos.

Estimados lectores.

El pasado 10 de marzo se inauguró en la sala Bancaja Hucha de la calle Enmedio 82 de nuestra ciudad, la exposición titulada “Joguets”. “Memòria d´una infantesa”, que nos muestra la colección de fotografías y juguetes antiguos de Dña. Marisol Montesinos y que estará expuesta al público hasta el próximo 30 de abril.

Son muchas las sensaciones que experimentamos al contemplar esta exposición, la primera de todas quizás, una gran ternura por aquellos pequeños protagonistas de la niñez de entonces (los abuelos de hoy) que serios y orgullosos nos posan ante la cámara fotográfica con su juguete favorito. Imágenes de fotografías con técnicas de antaño, como la iluminación a mano con colores de irrealidad, los virados a sepias; y todas ellas amarillentas por el pasar del tiempo, fundidas dentro de esa nostalgia que aunque no vivida, nos remonta a un sano pasado de imaginación, candidez y hermosos valores de participación, convivencia y generosidad entre los amigos de juegos, que por el contrario, hoy nos resultan tan ausentes y prácticamente olvidados; sustituidos por esos sedentarios artefactos electrónicos de nombre anglosajón, fabricados muy probablemente en el lejano oriente, no en el de los reyes magos, si no en aquel donde un hombre está dispuesto a trabajar por un pozuelo de arroz hervido al día, dando gracias y venerando a un líder, que una vez habló del significado de ser “rojo”, pero como en las fotos de esta exposición, hoy palidece en un rosado capitalista al que todos temen y otros admiran. Actuales juguetes que mucho fomentan la soledad, la violencia y el egoísmo que lentamente convierte en victimas a nuestros hijos y nietos.

Lejos quedan hoy aquellos juegos donde las calles y la siempre renovada naturaleza, constituían los escenarios predilectos de los juegos de aquellos niños, donde la chispeante imaginación buscaba cobijo en los modestos y a veces cotidianos recursos materiales que conformaban el lúdico objeto; un trozo de madera, un pedazo de cartón, una plancha de latón pintado, y a veces desnudo, el cotidiano cordel de esparto o la elástica goma de caucho para unir las piezas, o aquel resistente aro de hierro de chirrear característico, que servia para construir aquel juguete favorito de todos, el más deseado, el más moderno, aquel que más era compartido entre los inseparables amigos. Subiendo y bajando las cuestas de la calle donde vivía el abuelo y también el padre de éste, que callado y sonriente vigilaba la divertida escena de jolgorio y chiquilladas, sentado en aquella robusta silla de enea, que solía inclinar sobre la pared de la fachada de aquella modesta casa.

Esta es sin duda una hermosa exposición para el recuerdo y la admiración de aquellos niños (hoy nuestros abuelos) que una vez pensaron en crecer y crecieron; haciéndose hombres y mujeres, abandonando a Peter Pan y la compañía de aquellos hermosos juguetes, sus juguetes; pero nunca la felicidad y el recuerdo que estos les provocaron en su infancia. Y ahora con el rostro agrietado por la experiencia de los años, con ojos cubiertos de nube, sonríen ilusionados con volver a jugar con sus viejos juguetes, y también con los amigos de antaño, aunque ya no estén todos los que fueron.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez