Estimados lectores.
El pasado martes día 26 quedó
inaugurada en el centro provincial de cultura “las Aulas”, la exposición
"Cuerpo - Alma" del pintor Miguel Bagán, del cual no he podido encontrar
referencia alguna en los medios, ni sobre su persona, así como tampoco de su trayectoria
artístico profesional, aunque después de visitar la muestra y hacer una
valoración técnica, que incluye también a la propuesta de su trabajo, puedo intuir que
estamos en presencia de una persona con una larga afición por la pintura, que a pesar
de encontrar loables resultados en algunos de sus aspectos técnicos, sobre todo
en la presentación y los acabados de sus obras, resulta no solo pobre, sino
además muy repetitiva, uniforme y aburrida, lo que advierte una clara monotonía
visual, cual mecánico estampador de billetes de lotería .
A pesar de las amables y no menos
poéticas palabras del crítico de arte Cap de pera, que son recogidas en el
catálogo de la exposición y de las que se deduce su estrecha relación con el autor,
(aunque ya sabemos que los amigos con sus siempre buenas intenciones, nos
mienten ante las críticas) éste no sólo alaba su obra, sino además a la
personalidad de su autor, como si esto formara parte importante del valor de la misma, quizás sea
porque a pesar de su buena fe, este crítico en la soledad de su foro interno, reconozca
mucho mejor y más valioso al hombre como amigo, que como pintor. Cap de pera
nos presenta a un Miguel Bagán como una persona discreta, polémica,
inconformista y transgresor, (bueno, trasgresor, que es como aparece en el
texto) que inmerso en la soledad de su trabajo se ocupa y preocupa por “buscar
cosas nuevas” en su obra. Leonardo Da Vinci decía que era mejor reprender al
amigo en secreto y alabarlo en público; quizás este sea un buen ejemplo de ello,
pero lo cierto es que Bagán debiera considerarse afortunado por contar con unas
palabras como las que le dedica este crítico, con nombre de “dolci testa”, que a pesar de la
brevedad en la extensión de su texto, resultan mucho más meritoria y sin duda
hermosas, que la propia obra a la que hace referencia, es decir, la suya propia.
Son varios y muy evidentes los
aspectos en los que me baso para llegar a la conclusión de que estamos ante una
obra de un aficionado, sin que esto tenga porqué resultar algo negativo, (mucho
menos ofensivo) simplemente que no es el resultado de un profesional, ni en los
recursos técnicos, lo cuales resultan muy limitados y pobres, ni en la propuesta
de su discurso, la que se muestra muy descriptiva, superficial, y en suma anecdótica,
donde a pesar de la aparente “seriedad” y dramatismo del motivo elegido, su
autor se preocupa por lograr una cuidada y comercial intención para mostrarnos
lo “bonito” que quedan las texturas sobre el soporte, evidenciando una muy elemental aplicación y elaboración en sus uso,
y que de manera insistente son acompañadas por una limitada gama de colores
tierras, carentes de toda complejidad cromática, que su autor aplica con minucioso
cuidado en finas y frotadas capas, logrando de ese modo un resultado más propio
de esos “cuadritos” que vemos en la sección de decoración de los grandes
almacenes comerciales; carentes de toda personalidad pictórica y valor
artístico (que no estético) pero que a pesar de todo, resultan “útiles” para tapar
cualquier hueco de pared en un negocio de comida rápida o de pequeña habitación
de hostal barato, donde lo más probable es que nadie repare nunca de su
presencia.
No deseo extenderme más en mi
valoración sobre esta muestra, pues en realidad no veo ni el cuerpo, ni el alma
a la que alude el título de la exposición, solo una hermosa firma que acompaña
a las obras y que tanto me recuerda a la huella del famoso “método Rubio” que
años atrás se impartían en las escuelas. Quizás una carrera de tipografista,
calígrafo o cartelista, como antiguamente llamaban a los que realizaban a mano
alzada los letreros y carteles anunciadores de negocios, locales o películas,
sea una buena opción para este aficionado pintor. Y así de ese modo podrá
seguir siendo (como así nos lo describe Cap de pera en el catálogo de la
muestra) un personaje polémico, inconformista, trasgresor (tal vez quiso decir
transgresor) al que no le gusta relacionarse con nuevas personas y que además
es muy poco dado a figurar públicamente y en los medios. Quizás por eso no haya
podido encontrar referencia alguna de su persona, ni de su trayectoria
artística. ¡Ah! se me olvidaba informarles que la muestra permanecerá abierta
al público hasta el próximo 19 de abril en los horarios acostumbrados y aunque
esta sea una de tantas exposiciones que vemos colgadas en este espacio cultural,
ya saben que desde este blog siempre se les aconseja salir de galerías, pues sin
duda resulta una forma sana de cultivar el cuerpo y el alma, aunque esto no sea
motivo, ni pretexto, para realizar una nueva exposición.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez.