Estimados lectores.
Comienza el período de
exposiciones en el centro cultural provincial “las Aulas” y en esta ocasión lo
hace con una muestra del joven pintor castellonense, o como él mismo se define,
artista visual, Alejandro Mañas García (Castellón - 1985) titulada, “Mística y
diálogo” que quedó inaugurada el pasado martes día 3 de septiembre. La
exposición comprende a un conjunto de obras de notoria singularidad, y yo diría
incluso muy poco frecuente en este espacio expositivo en cuanto al lenguaje
expresivo utilizado. Mañas García, es licenciado por la Facultad de Bellas Artes
de la Universidad Politécnica de Valencia y en la actualidad se encuentra
realizando su tesis doctoral en la misma institución pública. Esta exposición forma parte de las
conclusiones de la investigación llevada a cabo por él durante los últimos dos
años, la cual gira entorno a la problemática actual sobre la espiritualidad y
la mística, como proceso creativo en el arte contemporáneo. A pesar de su
juventud, Alejandro Mañas García ya posee un amplio y fructífero currículum
vítae, con varios premios y reconocimientos, que lo reafirma como un sólido
valor dentro de la creación artística, abnegado a un trabajo serio, de calidad
y rigor, dentro de su carrera como artista visual.
La exposición que nos ocupa, está
concebida en una representación “clásica” del lenguaje conceptualista, donde
las instalaciones, los elementos “Povera”, el “Ready made” (objeto encontrado) y
demás recursos expresivos utilizados en este movimiento se dan cita para lograr
una atmósfera de marcado intimismo y sobriedad, que es algo que sin duda
resulta muy poco usual en la galería de este centro cultural; destinado
generalmente a un arte figurativo de lectura más cercana, amable y a veces de
calidad (en el menos frecuente de los casos) o de obras aficionadas, muy
carenciales y pobres, que lamentablemente resultan ser los ejemplos más
comunes, irritantes y molestos que aquí se exponen. Tengo que destacar muy
positivamente de esta exposición, la excelente factura y gusto en la
distribución espacial de las piezas. Aspecto que ha llamado satisfactoriamente mi
atención, ya que el concepto museográfico, que es aquel recurso que atiende
tanto lo espacial, como lo teórico y que da carácter e identidad a la
exposición, propiciando el contacto entre la pieza y el visitante de manera
visual e íntima, y que es además el que permite que la comunicación hombre –
objeto se manifieste de manera fluida y armónica en el espacio expositivo
elegido, ha sido algo que me ha permitido disfrutar cómodamente en esta
exposición, tanto de la riqueza individual de cada pieza, como de la
distribución espacial del conjunto. Sin duda su autor ha apostado más por la
calidad, que por la cantidad y esto se ha visto recompensado por una imagen de
gran reflexión y belleza que hace del espacio expositivo un lugar donde la luz
tamizada y el ensordecedor silencio, gravita de manera inquietante sobre la
idea, y esta a su vez, nos da paso a la introspección de un diálogo íntimo y
callado del “yo” interno de aquel que la observa.
Sin duda la amplitud de lectura
de esta muestra, que en apariencia nos puede resultar inaccesible o incluso hermética
(sobre todo para el amplio público) es por el contrario extensa, variada y muy enriquecedora
tanto en discursos, como en sensaciones, eso sí, aunque siempre supeditada a la
particular capacidad y sensibilidad del receptor que la observa, ya que esta no
responde a una forma “tradicional” de diálogo, como algunos preferirían; algo
que curiosamente, también resulta común a todos los lenguajes del arte sean
estos abstractos o figurativos. Muchas veces he escuchado decir a alguien que “entiende”
la pintura de Velázquez, cuando en realidad lo único que sabe es describir la
virtuosa artesanía de sus formas. La imagen artística no puede basarse sólo en
su “envoltura”, sino en la idea que dimana de aquel discurso que la distingue,
por eso es que Velázquez es mucho más que la ejecución magistral de una técnica,
pero sólo podrá ser disfrutado a plenitud, delante de los ojos de un receptor
culto y sensible, que sepa apreciar también la complejidad que sin duda
encierran sus discursos.
Alejandro Mañas García nos invita
a través de su obra, a disfrutar de un ambiente que él denomina místico,
proponiéndonos recorrer un camino que no se muy bien si se dirige hacia la
espiritualidad de lo arcano, o hacia una mística espiritual, pero que en
cualquier caso, su obra me transmite una grata sensación de paz y sosiego, que
casa muy bien con sus palabras cuando nos dice… “cuando monto una exposición
intento que el lugar se convierta en una capilla de reflexión, creo un clima
para ese diálogo de amor absoluto, como una capilla que invita al recogimiento
y la contemplación”.
En esta ocasión, el objetivo buscado
por su autor se ha cumplido y esta hermosa y cuidada exposición, nos permite intentar
encontrar dentro de nosotros, respuestas a preguntas que siempre nos acompañan
en la vida, no se si es a causa o consecuencia de la mística o la filosofía, o por
simple curiosidad, tal vez sea por ese antropológico sentimiento de la existencia
del ser, lo cierto es que “Mística y diálogo” es una exposición que debe ser
visitada por el amplio público, porque la creación no se limita única y
exclusivamente a realizar obras, en este caso para ver, sino también y quizás
lo más importante, para entender.
La muestra permanecerá abierta al
público hasta el próximo día 21 de septiembre y podrá ser visitada de lunes a
sábado en los horarios comprendidos entre las 10:00 y las 14 horas en las
mañanas y desde las 17.00 hasta las 21:00 horas en las tardes.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez