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03 julio 2010

La cerámica de Isabel del Portillo

Estimados lectores:

El pasado jueves 1 de julio, quedó inaugurada en la sala de exposiciones del Ateneo Cultural de Castellón, situado en la calle Antonio Maura Nº 4, la exposición homónima del la ceramista Mª Isabel del Portillo Sánchez, ceramista madrileña afincada en Castellón desde hace muchos años, que en esta ocasión nos presenta una amplísima exposición, yo diría que excesiva, pues una oportuna y cuidada selección del numero de piezas, hubiera arrojado más calidad al conjunto, descartando así no solo esa sensación un poco recargada en el espacio expositivo, sino además prescindiendo de algunas de menor calidad, que no aportan gran valor al conjunto, permitiéndonos de ese modo disfrutar más y mejor de la muestra. Suelo decir tanto a mis alumnos, como a aquellos colegas que me consultan cuando van a exponer sus trabajos, que es mejor apostar siempre por la armonía expositiva, sustentada en la calidad y no en la cantidad de los trabajos, pienso que no es conveniente llenar la galería con piezas que no meritan ser exhibidas, no se debe saturar al público que acude a ver la muestra, pues se corre el riesgo de que este quede harto de lo que hacemos y se provoque un efecto contraproducente de saturación y agobio, por eso es mejor poco y bueno, para dejar siempre un buen sabor de boca en el público y el deseo de que vuelva con ilusión, a visitar una nueva exposición nuestra.

Otra cosa que siempre me ha llamado la atención de manera desconcertante, ya no solo en esta exposición, sino en muchas otras que suelo visitar durante el año, es la innecesaria polivalencia utilitaria que se le suele dar al catalogo o folleto de información que acompañan a las exposiciones, donde (y siempre según mi punto de vista) este debería actuar como herramienta didáctica para el publico y ser utilizado para ilustrar teórica y técnicamente la imagen plástica que se exhibe, pero nunca rivalizar con ella. En este caso, aparece en el díptico "informativo" de la exposición, un “poema” del Sr. Marcelo Díaz, titulado “El ancla y el vuelo” que al margen de mis valoraciones de tipo literario, en la cuales no voy a entrar por no venir a cuento, creo que lejos de beneficiar con una información complementaria, cronológica y/o técnica a la muestra, nos confunde, pues la poética de las palabras tienden a influir en nuestros análisis y por lo tanto, limitan la libre interpretación de la imagen plástica que vemos. Bastante literatura engalanada y a veces incomprensible ya existe en las palabras que escriben algunos críticos en los catálogos, para hacer del mismo un libro de poemas, con todo lo que pudiera tener de sugerente tanto los símiles, como las metáforas. Particularmente prefiero que estas (las metáforas) surjan en la mente del espectador, a partir de la contemplación de la imagen plástica que se exhibe y no como consecuencia del condicionamiento de una imagen literaria que aparezca escrita en ningún catálogo o folleto, aunque esto solo responde a mi reflexiva opinión.

Al margen de esto, la exposición de Mª Isabel del Portillo, resulta armónica en el uso del lenguaje, donde el recurso técnico nos transmite no solo una uniformidad formal, sino además un evidente dominio técnico, que si bien en esta muestra resulta escaso en sus aplicaciones y recursos, este le atribuye al conjunto un tono agradable y de incuestionable belleza. Conjunto que halla su punto de encuentro en un lenguaje de rica y sugerente atmósfera de lo étnico, lenguaje que comúnmente ha sido utilizado en la cerámica española después de la interpretación y síntesis picasiana, que parte de esa herencia cultural que llegó a Europa desde África, de América precolombina o de la cultura aborigen de la Polinesia, y que a diferencia del extenso legado del genio malagueño, que supo encontrar el punto sincrético entre los continentes, el resto parece no saber separarse del padre.

En la obra de Mª Isabel del Portillo, encontramos pasión por la expresividad de las texturas, los claros esmaltes conviven en altos contrastes con las superficies vírgenes y oscuras del gres, quizás después de haber sido este sometido a una cocción en reducción, los tonos verdosos oscuros, que aporta el óxido de cobre o el sobrio carácter que impregna el del hierro, penetran con su oxidación en los grafiados enérgicos de líneas, que buscan una decoración de ilustrativa sensación tribal. Composiciones totémicas que encontramos en algunas de sus piezas, que se bifurcan de manera orgánica en la vertical, y que parecen recrear sugerentes monteras de torero, astas de animal, o divorciadas ramas de árboles, que bien pudieran aludir a lo orgánico entre dos reinos que se complementan, con la flora y la fauna.

El hábil oficio de esta ceramista es obvio y se hace patente al contemplar cada una de sus piezas, es innegable que ello no le supone ningún obstáculo en sus creaciones, quizás estaría bien que ahora disfrutara de un periodo de reflexión, algo que por otra parte siempre resulta necesario, para plantease la necesidad de producir menos, en aras de una búsqueda más intelectual que le ayude a descubrir en su lenguaje plástico, un resultado más singular y propio, la excelencia en el oficio no basta y en estos momentos Mª Isabel del Portillo, se parece mucho a tantos otros y las fuentes que la inspira están aun muy cerca de sus actuales resultados.

Dicho esto debo decir con sinceridad, que bien vale la pena disfrutar del buen gusto y cuidado en el oficio que nos enseña esta experimentada ceramista y es por ello que no me queda más que invitarlos a que acudan a visitar esta exposición, la cual permanecerá abierta hasta el próximo sábado dia 17 de julio en la que espero resulte de su agrado.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

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