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09 noviembre 2010

La critica sin vocación, carnaza de criticones.

Estimados lectores:

Motivado por las opiniones y valoraciones surgidas a raíz de dinámicos y entusiastas debates entre amigos, así como por comentarios recibidos en mi correo electrónico, de lectores y seguidores de este blog, refiriéndose a la singular manera que tengo en este espacio, de hacer las valoraciones a las obras de los pintores (que no a ellos) que exponen en los centros públicos de nuestra ciudad y que dista mucho de la forma en que lo hace la critica oficial, hoy quiero compartir con todos ustedes una reflexiva opinión sobre tal diferencia; sobre todo, en lo referido a la pintura y principalmente, por parte de algunos (que no de todos) los críticos “oficiales” que la ejercen de manera regular en la prensa y en los diferentes medios públicos de mayor alcance y difusión de Castellón, algo que sin duda le debería exigir mayor responsabilidad y rigor en sus enfoques y planteamientos. (En imagen, "El Critico de arte" de Raoul Hausmann.1919).

De más está decirles que soy de los que piensan que para opinar sobre algo, siempre es mejor tener un buen conocimiento de lo que se dice. Y con esto no me refiero únicamente al conocimiento académico, pues de todos es sabido, que existe aquel universitario que pasa la mayor cantidad del tiempo de sus estudios superiores, disfrutando de la cafetería del centro, fumando algún que otro cigarrillo de la risa y haciendo novillos; me refiero a algo que a veces resulta tan importante o más, que el ostentar un titulo de licenciado o de doctor en arte, me refiero al factor vocacional, el cual provoca y determina en gran medida el grado de profundidad, compromiso, sinceridad y esclarecimiento de los juicios que se hacen, ya que mientras mayor y mejor sea este vinculo al conocimiento, todo lo que decimos pasa de ser una simple opinión, a tener carácter de criterio y por consiguiente, mayor peso e interés para todos.

Desde mi llegada a Castellón hace más de 16 años, me he percatado de algunos errores de forma, y también de contenido, en los análisis y valoraciones que realizan algunos críticos de arte de nuestra ciudad, principalmente sobre las cuestiones referidas a los resultados de la creación artística en la especialidad de pintura. Aquí van algunos ejemplos.

Por una parte, y respondiendo a lo que entiendo como un claro desconocimiento del significado técnico del lenguaje de esta disciplina artística, algunos críticos parecen no entender aun, la gran diferencia que hay entre la soltura de una pincelada y el descuido impreciso en su tratamiento, entre el dominio cromático de un pintor con oficio, y el aberrante uso del color que hace otro en un cuadro, donde más que “color”, encontramos una explosión infantil del “colorín”, o del expresivo carácter que puede transmitir la recreación formal de un objeto, donde se aprecia un claro dominio del dibujo, a la de otra, donde se desdibuja por falta de conocimiento y descontrol en este aspecto, ¡y para que hablar de la más utilizada y recurrente de todas las características de las que aluden en sus escritos!, la llamada “fuerza”, que de paso hay que decir, que no tiene nada que ver con la película “Star Wars”, pero que puede ser atribuible tanto a la característica de la pincelada, a la composición, al color, o al empleo de los tratamientos y recursos plásticos, entre otros, y que solo puede existir, siempre que ésta responda al control y dominio de estos aspectos por parte del pintor, y no a la debilidad que expresa el claro desconocimiento de la estructura que existe bajo el color, el color mismo, las composiciones, las texturas y demás recursos plásticos expresivos.

Y pienso que todas estas deficiencias en el uso del concepto de los recursos plásticos y técnicos que se aluden en las criticas, vienen dadas porque aun pudiendo tener éste especialista el aval de un conocimiento académico, a veces ilustrado por un titulo de licenciado o de doctor en Arte, estos carecen de la cultura necesaria para una clara y eficaz percepción de lectura de la imagen, a veces muy ligada al aspecto técnico y especializado de la disciplina artística que están criticando, algo que podemos encontrar en el concepto intrínseco de discurso, que encierran los recursos plásticos. Es por ello que a veces el critico recurre en los análisis, a una percepción subjetiva y más o menos simplista, basada en su particular gusto (a veces carencial, otras tendencioso) algo que lo coloca conciente o inconscientemente como especialista, en un posicionamiento muy limitado y partidario de autores, lenguajes o tendencias únicas y concretas, impropio de alguien que debe analizar en su justo valor la calidad y además, tener una visión amplia y universal del estudio, tanto de las obras, como de las propuestas.

Recientemente he leído una “critica”, donde el único interés que podría tener el escrito, era el hecho anecdótico-testimonial de una frívola e insustancial experiencia, que el critico nos narraba como una simpática “batallita” de sus años mozos cuando trabaja en otro periódico, pero que curiosamente, esta “simpática” anécdota, no guardaba ninguna relación directa con la supuesta obra que éste estaba criticando, quizás cosas así ocurren, porque el Sr. critico no había tenido tiempo para hablar con el autor, y así tener al menos una idea más próxima y objetiva, de las intenciones y características del proceso de trabajo que el artista había seguido en su obra, algo que para mi (y creo que para cualquiera) no solo resulta de elemental sentido común, sino además de respeto y coherencia con su trabajo y con el del propio artista, que supongo, hubiese preferido ante que las simpáticas, amables y bonitas palabras del escrito, un juicio más serio, profundo y ponderado sobre su trabajo.

Por otra parte y a propósito de palabras “amables” y “bonitas”, debo reconocer que a veces y a pesar de la banalidad de los análisis, encuentro en estas criticas, altos valores literarios, con opiniones envueltas en un exquisito lenguaje más o menos poetizado, a veces indescifrables, rememorando a un barroquismo dieciochesco, muy edulcorado, no apto para diabéticos y que en su contra puedo decir, (basándome en la reincidencia con la que esto ocurre), que siempre es favorable al artista; independientemente de la calidad, experiencia y maestría que este posea; donde nunca faltan los suculentos adjetivos para encumbran al “creador” que atentamente nos muestra sus obras en los espacios públicos. De ese modo, todos ellos resultan magníficos, excepcionales, geniales, virtuosos, con gran fuerza, (sea esta del tipo que sea) expresividad, originalidad, y así un largo etc. criticas que siempre nos predisponen a disfrutar en exclusiva, de algo supuestamente excepcional y único, pero que al comprobarlo en la realidad, a veces vemos que tales elogios, no se corresponden y mucho menos se justifican, con la calidad de la obra y de ese modo nos damos cuenta de que no es para tanto, sintiéndonos realmente engañados y sobre todo, desinformados por aquellos que en teoría, son los expertos y también encargados de cultivar nuestro gusto estético y cultural.

Tampoco faltan en estas críticas, las siempre socorridas comparaciones con los consagrados maestros del arte, equiparando los resultados de los que empiezan, y aun no han dicho, ni hecho nada en el arte, con los que ya forman parte de su historia por meritos propios. Y todo esto publicitándose en los medios, en un acto que entiendo, de gran irresponsabilidad profesional, tanto para el que expone, que sin haber salido del cascaron, ni haber demostrado nada, o sin ser apenas un modesto maestro, ya piensa que ha llegado a un lugar importante en el panorama del arte, gracias al comentario que ha publicado un “especialista” en la materia. Como igualmente es engañado el público que asiste a ver las exposiciones, que ante tanto elogio de aquellos que reconocemos como “expertos”, no les queda más remedio que aceptar como buenas la valoraciones que hacen de lo que no tiene más valor que aquel que se le puede conceder a un aficionado, o a un profesional que empieza.

Soy de la opinión que la buena crítica profesional, debe ser siempre honesta, responsable, didáctica, objetiva, equitativa y por consiguiente justa, y el anteponer estas cualidades como premisa, es algo prioritario, sano, constructivo y sin duda necesario en el ejercicio de la crítica. La reiterativa amabilidad y altísima generosidad en los juicios que se hace de los resultados de todos aquellos que exponen en los espacios públicos, no solo es contraproducente para el propio pintor, (que amablemente ha sido engañado) sino un acto de clara injusticia para los artistas que se tienen como referentes. Porque si en una crítica calificamos de genial al resultado que puede ser aun sustancialmente mejorable, ¿Cómo llamaremos entonces al que realiza un maestro que actúa como referente técnico y de propuesta? Sinceramente pienso que no es solo una desproporción y falta de objetividad del análisis, sino además una clara injusticia para quien posee realmente una calidad en su trabajo.

Hay quien me dijo una vez, que los críticos en esta ciudad, tenían las “manos atadas” porque Castellón era un lugar donde todos se conocían y si se era demasiado sincero en las críticas, se podían obtener a cambio actitudes de agravio y discordia y que no tenían la intención de coleccionar enemigos.

Sinceramente pienso que si es esa la razón por la que tenemos en nuestra ciudad, una critica oficial tan carencial y/o deshonesta, poco o ningún respeto se tiene por el arte, por el público, por los pintores y sobre todo por su propio sentido de la responsabilidad profesional, y no encuentro justificación posible para actuar de esta forma, pues las reglas del juego desde siempre, son claras y determinantes. Cuando un artista expone su trabajo fuera de su estudio en un espacio público, lo está sometiendo al juicio sincero y a la valoración de todos aquellos que lo contemplan, sean profesionales del ramo, especialistas, aficionados o simplemente público de arte, y esto es algo que el artista debe asumir con coherencia, normalidad y sentido autocrítico y si no es así, bien podrá hacer uso de su trabajo para la decoración de su casa.

En coherencia con este principio, en este blog seguiré analizando y valorando con libertad las obras (que no a los autores) que se exponen en los espacios públicos (que no en las galerías privadas) desde la honestidad y la franqueza que siempre me ha caracterizado para con el arte, dando razones y argumentando en cada una de mis críticas como hasta ahora, y que como es lógico y además justo, son susceptibles de ser compartidas o debatidas por los demás, pero siempre desde el respeto y el análisis ponderado que obliga a dar argumentos. Y el que se enfade por ello, siempre podrá cambiar de canal desde su mando, o por el contrario, sacar buen provecho de mis palabras, porque la experiencia me ha demostrado (también con este blog) que una crítica profesional, aunque pudiendo ser a veces contundente, si está fundamentada, es didáctica, honesta y justa, siempre crea opinión y enriquece. Y en este sentido, agradezco el apoyo cada vez mayor a este blog, por parte de sus lectores que al parecer, aquí encuentran una “verdad” mucho más sincera y convincente, que aquella que leen de las críticas de arte en los periódicos.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu Blog es una ventana abierta que deja pasar un aire fresco y libre que nos sirve de referencia para contrastar los aromas cotidianos

Unknown dijo...

Enhorabuena por el artículo Amaury.
Suscribo todo lo expresado en él, no sólo por haber tenido la suerte de haber recibido esas enseñanzas en el tiempo que compartimos ,si no porque a pesar de lo que les pueda doler a algunos, y aunque nadie posee la verdad absoluta ,algunos están más cerca de lograrla ,básicamente porque no dejan que sus prejuicios o filias personales interfieran en su búsqueda.Ya sabemos que no hay más ciego que el que no quiere ver y más en un país donde sus universidades se basan en la "titulitis" ,quizás por eso tenemos lo que tenemos.

Un abrazo brother

Angelus

Paula dijo...

Suscribo totalmente lo espresado en el presente artículo. Pero que se le va hacer? Algo huele a rancio dentro del "Corralito del Arte oficial castellonense". Siempre se ha distinguido por una visión muy localista. Que se le va hacer, es lo que hay.
Gracias por estas valientes palabras.