Estimados lectores.
El pasado 20 de septiembre quedó inaugurada en el centro cultural provincial de las Aulas, la exposición monográfica del pintor valenciano José Manaut Viglietti (Llíria 1899 – Madrid 1971) donde acudieron un buen número de asistentes así como importantes personalidades de las artes y la política entre las que destacaba Dña. Stela Manaut hija del pintor y directora del museo dedicado a la vida y obra de este artista.
Sin duda es complicado hacer una valoración técnica de la obra de alguien que físicamente ya no se encuentra entre nosotros y por lo tanto no puede tener la posibilidad de aportar su punto de vista, y además de ser alguien que de alguna manera ya forma parte de la historia del arte de esta región; sin que esta valoración no sea entendida por algunos, como un acto de autosuficiencia del que analiza (en este caso yo) aun cuando los que piensen de esa forma, estén expresando con su enfoque una limitada visión intelectual del fenómeno. Y si además el personaje al que pretendes valorar su obra, posee valiosos meritos extra culturales relacionados con factores de tipo ideológico, moral e incluso iniciático muy admirados y respetados por un amplio público de este país, afines a sectores históricos de la izquierda y la republica, mucho más. Pero a pesar de ello, pienso que vale la pena arriesgar, pues soy de la opinión de que un hombre puede ser al mismo tiempo virtuoso como persona en sus actos e ideas y no serlo tanto e incluso cometer errores, en otras actividades relacionadas con su profesión, en este caso la pintura. Pienso que exponer los errores y carencias de un pintor más o menos reconocido y valorado, como es el caso de José Manaut ya hoy “aceptado” por la historia, me ofrece la posibilidad de demostrar a mis lectores, y sobre todo a esos nuevos “artistas” que ya se creen haber llegado a la cúspide del éxito, la gran dificultad que encierra y ha encerrado siempre esta profesión, para que a veces se tome tan a la ligera, aunque solo sea en referencia a los aspectos técnicos y/o de oficio, que resultan ser siempre los menos complejos en relación con el discurso, la idea o el concepto de la obra. De este modo, el análisis y valoración técnica del trabajo de uno de los “grandes” me permitirá ayudarles a que tengan un poco más de coherencia, humildad y sentido común y traten sobre todo de hacer más importante el pincel que su propia lengua.
La obra de José Manaut se desarrolla en una época donde la rigidez establecida por las normas académicas en las bellas artes, era condición sin ecuanum de su razón de ser. La pintura y el arte en general, presentaba una marcada preocupación por “lo bien hecho” entendido esto, no solo por el buen manejo de la técnica, sino además por una exaltación elevada de la distinguida categoría estética de lo bello, que precisamente era representada por una concepción tan hermosa como fiel de la realidad. La pintura de principio del siglo XX en Europa y particularmente en España, recogía toda una herencia del oficio del pintor que había sido depurado con los siglos, no solo en su aspecto artesanal, sino además en la percepción y aplicación de los conceptos y términos donde estos se representaban, bien fuera en dibujos, imágenes graficas, pinturas de caballete o incluso murales; muestra de ello la podemos encontrar claramente en las obras de pintores tales como: Joaquín Mir (1873-1940), Ramón Casas (1866-1932), Santiago Rusiñol (1861-1931), Cecilio Pla (1860-1934) y el gran Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) entre otros muchos, todos ellos grandes maestros que hacen valer el buen arte de la pintura, expresándolo en sublimes ejecuciones de la técnica y del sentido estético en sus obras.
Pero en el caso de la pintura de José Manaut esa calidad técnica no se aprecia con la misma facilidad, ni el virtuosismo que vemos en las obras de los pintores antes mencionados. Quizás su interés por el arte y la pintura en particular, consistía más en un medio de expresión del discurso de tipo ideológico y ético, comprometido con los sagrados derechos del ser humano en un mundo mejor, que distinguen a la hermosa divisa de la Orden Masónica de libertad, igualdad y fraternidad, y no tanto a cuestiones relacionadas con la aportación plástico estética. En cuyo caso, sus grandes meritos estarían más relacionados con una gran altura humana de hombre libre y justo, pero en cierta medida, en detrimento de su calidad como pintor y artista, aunque esto no quiera decir que fuera un mal pintor, pero sí muy inferior a los anteriormente mencionados y a otros que incluso la historia del arte recoge con mucho menos reconocimiento de su valor y aportaciones.
Algunos ejemplos de la muestra que se expone en estos momentos en el salón principal del centro cultural provincial “Las Aulas” dan buena fe de ello; y así podemos apreciar retratos con errores del dibujo en manos y rostros, fallos en la perspectivas lineal y cromática de los paisajes, tratados con pinceladas más que sueltas “descuidadas” y un cromatismo pobre de la paleta que si bien bebe de la gestualidad y luz de Joaquín Sorolla, solo lo hace en un sentido superficial y a veces caricaturesco de las formas y las atmosferas de los cuadros, factores estos que destacan por encima de algunos otros fallos que evidencian una calidad notable, pero nunca excepcional como muchos de sus contemporáneos.
Pero en cualquier caso, y a pesar de sus fallos y limitaciones técnicas del oficio de pintor, será siempre justo este merecido y en suma modesto homenaje a José Manaut, un hombre cuya mejor obra fue “pintada” desde la cárcel, con el compromiso de sus ideas de justicia y con la coherencia de ser siempre un hombre libre y de buenas costumbres, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de Octubre en los horarios de visitas acostumbrados.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez . • .
El pasado 20 de septiembre quedó inaugurada en el centro cultural provincial de las Aulas, la exposición monográfica del pintor valenciano José Manaut Viglietti (Llíria 1899 – Madrid 1971) donde acudieron un buen número de asistentes así como importantes personalidades de las artes y la política entre las que destacaba Dña. Stela Manaut hija del pintor y directora del museo dedicado a la vida y obra de este artista.
Sin duda es complicado hacer una valoración técnica de la obra de alguien que físicamente ya no se encuentra entre nosotros y por lo tanto no puede tener la posibilidad de aportar su punto de vista, y además de ser alguien que de alguna manera ya forma parte de la historia del arte de esta región; sin que esta valoración no sea entendida por algunos, como un acto de autosuficiencia del que analiza (en este caso yo) aun cuando los que piensen de esa forma, estén expresando con su enfoque una limitada visión intelectual del fenómeno. Y si además el personaje al que pretendes valorar su obra, posee valiosos meritos extra culturales relacionados con factores de tipo ideológico, moral e incluso iniciático muy admirados y respetados por un amplio público de este país, afines a sectores históricos de la izquierda y la republica, mucho más. Pero a pesar de ello, pienso que vale la pena arriesgar, pues soy de la opinión de que un hombre puede ser al mismo tiempo virtuoso como persona en sus actos e ideas y no serlo tanto e incluso cometer errores, en otras actividades relacionadas con su profesión, en este caso la pintura. Pienso que exponer los errores y carencias de un pintor más o menos reconocido y valorado, como es el caso de José Manaut ya hoy “aceptado” por la historia, me ofrece la posibilidad de demostrar a mis lectores, y sobre todo a esos nuevos “artistas” que ya se creen haber llegado a la cúspide del éxito, la gran dificultad que encierra y ha encerrado siempre esta profesión, para que a veces se tome tan a la ligera, aunque solo sea en referencia a los aspectos técnicos y/o de oficio, que resultan ser siempre los menos complejos en relación con el discurso, la idea o el concepto de la obra. De este modo, el análisis y valoración técnica del trabajo de uno de los “grandes” me permitirá ayudarles a que tengan un poco más de coherencia, humildad y sentido común y traten sobre todo de hacer más importante el pincel que su propia lengua.
La obra de José Manaut se desarrolla en una época donde la rigidez establecida por las normas académicas en las bellas artes, era condición sin ecuanum de su razón de ser. La pintura y el arte en general, presentaba una marcada preocupación por “lo bien hecho” entendido esto, no solo por el buen manejo de la técnica, sino además por una exaltación elevada de la distinguida categoría estética de lo bello, que precisamente era representada por una concepción tan hermosa como fiel de la realidad. La pintura de principio del siglo XX en Europa y particularmente en España, recogía toda una herencia del oficio del pintor que había sido depurado con los siglos, no solo en su aspecto artesanal, sino además en la percepción y aplicación de los conceptos y términos donde estos se representaban, bien fuera en dibujos, imágenes graficas, pinturas de caballete o incluso murales; muestra de ello la podemos encontrar claramente en las obras de pintores tales como: Joaquín Mir (1873-1940), Ramón Casas (1866-1932), Santiago Rusiñol (1861-1931), Cecilio Pla (1860-1934) y el gran Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) entre otros muchos, todos ellos grandes maestros que hacen valer el buen arte de la pintura, expresándolo en sublimes ejecuciones de la técnica y del sentido estético en sus obras.
Pero en el caso de la pintura de José Manaut esa calidad técnica no se aprecia con la misma facilidad, ni el virtuosismo que vemos en las obras de los pintores antes mencionados. Quizás su interés por el arte y la pintura en particular, consistía más en un medio de expresión del discurso de tipo ideológico y ético, comprometido con los sagrados derechos del ser humano en un mundo mejor, que distinguen a la hermosa divisa de la Orden Masónica de libertad, igualdad y fraternidad, y no tanto a cuestiones relacionadas con la aportación plástico estética. En cuyo caso, sus grandes meritos estarían más relacionados con una gran altura humana de hombre libre y justo, pero en cierta medida, en detrimento de su calidad como pintor y artista, aunque esto no quiera decir que fuera un mal pintor, pero sí muy inferior a los anteriormente mencionados y a otros que incluso la historia del arte recoge con mucho menos reconocimiento de su valor y aportaciones.
Algunos ejemplos de la muestra que se expone en estos momentos en el salón principal del centro cultural provincial “Las Aulas” dan buena fe de ello; y así podemos apreciar retratos con errores del dibujo en manos y rostros, fallos en la perspectivas lineal y cromática de los paisajes, tratados con pinceladas más que sueltas “descuidadas” y un cromatismo pobre de la paleta que si bien bebe de la gestualidad y luz de Joaquín Sorolla, solo lo hace en un sentido superficial y a veces caricaturesco de las formas y las atmosferas de los cuadros, factores estos que destacan por encima de algunos otros fallos que evidencian una calidad notable, pero nunca excepcional como muchos de sus contemporáneos.
Pero en cualquier caso, y a pesar de sus fallos y limitaciones técnicas del oficio de pintor, será siempre justo este merecido y en suma modesto homenaje a José Manaut, un hombre cuya mejor obra fue “pintada” desde la cárcel, con el compromiso de sus ideas de justicia y con la coherencia de ser siempre un hombre libre y de buenas costumbres, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de Octubre en los horarios de visitas acostumbrados.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez . • .
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