Estimados lectores.
Durante todo este mes de julio estará expuesta al público la exposición titulada “Tientaciones. Un mar de refrescantes momentos” de la pintora madrileña afincada en Castellón, María Olmeda Vázquez, la cual quedó inaugurada el pasado 30 de junio en el Centro municipal de cultura de la calle Antonio Maura 4 de nuestra ciudad.
Antes de hablar de esta exposición, debo decir que María Olmeda Vázquez, es una incansable y muy entusiasta creadora con una larga trayectoria de participación en diversos proyectos culturales y artísticos, así como en diferentes actividades tanto de manera individual, como colectiva. Una creadora a la que por primera vez hago una valoración de su trabajo de manera exclusiva, pero que he seguido desde hace algún tiempo, algo que me permite hoy, poder hacer una valoración de su trabajo, con cierta “objetividad” y notable perspectiva.
Dicho esto, les hablaré ahora de las “Tientaciones” de Olmeda
Al margen de esa forma “ocurrente” y un tanto cantinflesca de usar una palabreja para dar titulo a una exposición, como si eso tuviese alguna importancia en relación con la calidad de la propuesta, tanto en su aspecto formal, como en las intenciones de discurso que se persigue con la exposición, y que por mis dudas, no voy a entrar a valorar, ya que casi siempre la complejidad conceptual de una obra de arte, es un aspecto de apreciación, que a parte de ser muy sugestivo, puede resultar interesante, novedoso, trascendental o todo lo contrario, gracias a esa responsabilidad compartida entre el emisor (autor) y el receptor (público) donde se depende en gran medida del nivel intelectual que tengan ambos. Es por eso que una misma obra, por ejemplo de Velázquez, puede ser para algunos, toda una intención de discurso intelectual y propuesta revolucionaria, y para otros con menos capacidad de análisis, un cuadro donde solo sorprende la fidelidad con la que el maestro ha realizado un ropaje, o determinado objeto dentro de la representación de una escena.
Teniendo en consideración esta realidad, en este caso solo me voy a referir a las palabras de su autora, que con lenguaje y concepto taurino, nos describe en el catálogo de la muestra; refiriéndose a su tentadora intención de convertirse en un “maletilla”, es decir, en una persona que aspira a abrirse camino en el mundo del toreo por sus propios recursos, y que ella en una poética semejanza en sus palabras, lo vincula a su aspiración en el mundo del arte. Lástima que María Olmeda no tenga en cuenta que para esa paralela comparación de intenciones, tanto en un caso, (mundo del toro) como en el otro (mundo del arte) es imprescindible poseer amplios recursos intelectuales y técnicos que en ella (al menos en los técnicos) son aun bastante limitados y escasos para alcanzar tan alta aspiración. Es por eso que será mejor antes de tirarse al ruedo, sin capote, muleta y espada, observar desde la barrera para aprender de la faena que esté haciendo el, o los maestros de turno.
La exposición que nos ocupa, resulta simple y pobre en su iconografía, los recursos plásticos empleados en las telas, se limitan a un sencillo divertimento de lo abstracto, basados en una gestualidad simplista del tratamiento y del uso de las manchas de colores, así como de la relación cromática usada entre ellas, eso si, con un claro sentido decorativo que suele engañar con relativa facilidad al ojo poco exigente del público neófito, que a priori, podría definirla de muy “bonita”.
Como en otras ocasiones, María Olmeda pretende refugiarse en una propuesta que alude a los conceptos y recursos de “modernidad”. Aun recuerdo aquella instalación en la Sala Bancaja Abadía del pasado marzo, en la exposición colectiva con el grupo Comba 10 (de la que hice mención en este blog) donde para recrear la personalidad y la obra de la pintora francesa Gina Pane solo “encontró” cuchillas de afeitar y un jarrón con flores; con tal miopía de análisis, es como si solo pudiéramos reducir la gran importancia y aportación de Pablo Picasso al “Guernica” o la de Goya, a su famoso cuadro de la Maja desnuda. Y es que en esta exposición una vez más, María Olmeda recrea solo lo superficial y caricaturesco de lo moderno. Sin duda y recreando de sus palabras, sería una “maletilla” de muy pocos recursos, viéndose obligada a realizar muchas “faenas” antes de coger la preciada alternativa.
Es curioso como para esta pintora, en su concepto de “modernidad”, todo puede ser aprovechable, la estampación de una cibernética firma en sus cuadros, unas fotografías a color tratadas por ordenador, donde ella aparece en distintos lugares como principal protagonista de las escenas, incluso el aprovechamiento de los textos pegados a la pared, de la exposición anterior a la suya. Para ella todo vale en su limitado concepto de “lo moderno” provocando un inconexo collage donde cada uno de los elementos actúan como unos auténticos “pegotes”.
Es una lástima que ante esas irreprimidas “Tientaciones” de sentirse (que no de ser) una artista moderna, no haga mejor un humilde e introspectivo ejercicio de investigación y estudio, para adquirir de ese modo los buenos recursos de un prometedor “muletilla” y coger la alternativa como todo un buen maestro. Pero tengo la “Tientación” de pensar, que esto no va a ocurrir, (ojalá me equivocara) y es que hoy en día es mucho más divertido y en ocasiones hasta más rentable, ir de artista por la vida aunque para ello tengamos que engañar a los demás, e incluso a nosotros mismos.
Hasta la próxima entrega
Amaury Suárez
Durante todo este mes de julio estará expuesta al público la exposición titulada “Tientaciones. Un mar de refrescantes momentos” de la pintora madrileña afincada en Castellón, María Olmeda Vázquez, la cual quedó inaugurada el pasado 30 de junio en el Centro municipal de cultura de la calle Antonio Maura 4 de nuestra ciudad.
Antes de hablar de esta exposición, debo decir que María Olmeda Vázquez, es una incansable y muy entusiasta creadora con una larga trayectoria de participación en diversos proyectos culturales y artísticos, así como en diferentes actividades tanto de manera individual, como colectiva. Una creadora a la que por primera vez hago una valoración de su trabajo de manera exclusiva, pero que he seguido desde hace algún tiempo, algo que me permite hoy, poder hacer una valoración de su trabajo, con cierta “objetividad” y notable perspectiva.
Dicho esto, les hablaré ahora de las “Tientaciones” de Olmeda
Al margen de esa forma “ocurrente” y un tanto cantinflesca de usar una palabreja para dar titulo a una exposición, como si eso tuviese alguna importancia en relación con la calidad de la propuesta, tanto en su aspecto formal, como en las intenciones de discurso que se persigue con la exposición, y que por mis dudas, no voy a entrar a valorar, ya que casi siempre la complejidad conceptual de una obra de arte, es un aspecto de apreciación, que a parte de ser muy sugestivo, puede resultar interesante, novedoso, trascendental o todo lo contrario, gracias a esa responsabilidad compartida entre el emisor (autor) y el receptor (público) donde se depende en gran medida del nivel intelectual que tengan ambos. Es por eso que una misma obra, por ejemplo de Velázquez, puede ser para algunos, toda una intención de discurso intelectual y propuesta revolucionaria, y para otros con menos capacidad de análisis, un cuadro donde solo sorprende la fidelidad con la que el maestro ha realizado un ropaje, o determinado objeto dentro de la representación de una escena.
Teniendo en consideración esta realidad, en este caso solo me voy a referir a las palabras de su autora, que con lenguaje y concepto taurino, nos describe en el catálogo de la muestra; refiriéndose a su tentadora intención de convertirse en un “maletilla”, es decir, en una persona que aspira a abrirse camino en el mundo del toreo por sus propios recursos, y que ella en una poética semejanza en sus palabras, lo vincula a su aspiración en el mundo del arte. Lástima que María Olmeda no tenga en cuenta que para esa paralela comparación de intenciones, tanto en un caso, (mundo del toro) como en el otro (mundo del arte) es imprescindible poseer amplios recursos intelectuales y técnicos que en ella (al menos en los técnicos) son aun bastante limitados y escasos para alcanzar tan alta aspiración. Es por eso que será mejor antes de tirarse al ruedo, sin capote, muleta y espada, observar desde la barrera para aprender de la faena que esté haciendo el, o los maestros de turno.
La exposición que nos ocupa, resulta simple y pobre en su iconografía, los recursos plásticos empleados en las telas, se limitan a un sencillo divertimento de lo abstracto, basados en una gestualidad simplista del tratamiento y del uso de las manchas de colores, así como de la relación cromática usada entre ellas, eso si, con un claro sentido decorativo que suele engañar con relativa facilidad al ojo poco exigente del público neófito, que a priori, podría definirla de muy “bonita”.
Como en otras ocasiones, María Olmeda pretende refugiarse en una propuesta que alude a los conceptos y recursos de “modernidad”. Aun recuerdo aquella instalación en la Sala Bancaja Abadía del pasado marzo, en la exposición colectiva con el grupo Comba 10 (de la que hice mención en este blog) donde para recrear la personalidad y la obra de la pintora francesa Gina Pane solo “encontró” cuchillas de afeitar y un jarrón con flores; con tal miopía de análisis, es como si solo pudiéramos reducir la gran importancia y aportación de Pablo Picasso al “Guernica” o la de Goya, a su famoso cuadro de la Maja desnuda. Y es que en esta exposición una vez más, María Olmeda recrea solo lo superficial y caricaturesco de lo moderno. Sin duda y recreando de sus palabras, sería una “maletilla” de muy pocos recursos, viéndose obligada a realizar muchas “faenas” antes de coger la preciada alternativa.
Es curioso como para esta pintora, en su concepto de “modernidad”, todo puede ser aprovechable, la estampación de una cibernética firma en sus cuadros, unas fotografías a color tratadas por ordenador, donde ella aparece en distintos lugares como principal protagonista de las escenas, incluso el aprovechamiento de los textos pegados a la pared, de la exposición anterior a la suya. Para ella todo vale en su limitado concepto de “lo moderno” provocando un inconexo collage donde cada uno de los elementos actúan como unos auténticos “pegotes”.
Es una lástima que ante esas irreprimidas “Tientaciones” de sentirse (que no de ser) una artista moderna, no haga mejor un humilde e introspectivo ejercicio de investigación y estudio, para adquirir de ese modo los buenos recursos de un prometedor “muletilla” y coger la alternativa como todo un buen maestro. Pero tengo la “Tientación” de pensar, que esto no va a ocurrir, (ojalá me equivocara) y es que hoy en día es mucho más divertido y en ocasiones hasta más rentable, ir de artista por la vida aunque para ello tengamos que engañar a los demás, e incluso a nosotros mismos.
Hasta la próxima entrega
Amaury Suárez
1 comentario:
Hace unos días, en una discusión en Publico.es, contestaba así: El amigo Pepe el Marismeño pide correctamente que se le explique ¿por qué se le da tanto valor a las pinturas del Prado o del Louvre?. En mi opinión, y sin querer profundizar mucho en el tema, creo que pueden ser las siguientes razones:
1ª Por la calidad artística de los autores que las han realizado.
2ª Por el valor estético de la propia obra, o su valor histórico-cultural, o por su facturación y su perduración a lo largo de los siglos.
3ª Por el lugar que ocupan. No es lo mismo hablar de obras del Museo del Prado o del Museo del Louvre que del Museo Centro de Arte Reina Sofía, del MACBA o del Centre Pompidou.
En el caso de Tientaciones de Olmeda no se cual sería el lugar que ocuparía.
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