Estimados lectores.
El pasado día 9 de febrero quedó inaugurada la exposición titulada “Batecs matèrics” (latidos matéricos) del pintor Tarraconense Josep Bahima (Tortosa – 1961) en el espacio expositivo del Centro Cultural Castalia Iuris, que como todos ustedes conocen, se encuentra ubicado en Plaza Cardona Vives, Nº 10 de nuestra ciudad.
Bahima es un pintor que se adentra en el mundo de la plástica desde finales de los años 80 y durante la última década, ha participado en diversas muestras colectivas y concursos tanto nacionales como fuera de España, llegando a alcanzar algunos reconocimientos como el primer premio del certamen de pintura “Ceferino Olivé” (en la imagen) el pasado año 2011 con su obra “Paisatge Oxidat” (paisaje oxidado) dotado con 5.000 € y la posibilidad de exponer una selección de su obra en las instalaciones de la Fundación Reddis que se encuentra ubicada en la ciudad de Reus.
La muestra que se presenta en estos momentos en el salón expositivo del Castalia Iuris, es una recopilación de cuadros entre pequeños y medianos formatos (algunos de ellos ya expuestos con anterioridad) con una clara motivación paisajística, inclinando su intención compositiva a un simple concepto abstracto de su diseño (tema que viene abordando este pintor desde hace mucho tiempo) y que en este sentido, los resultados debieran arriesgar más, no solo en el discurso, sino también en las posibilidades compositivas, cromáticas y de los tratamientos plásticos utilizados, algo que avalaría a una investigación racional, consagrada y a la vez creativa de los mismos.
En prácticamente toda su obra, (no solo en la que se recoge en esta exposición) vemos como la carga de materia pictórica de las pinceladas, expresan un tratamiento de gruesos empastes en la superficie del soporte, que se convierte en algo característico de este pintor y que sin embargo no por ello, sus obras trasmiten una sensación de amplio dominio técnico, ya que tanto empastado a veces resulta innecesario, aburrido y gratuito. Esto sin duda provoca un monótono y redundante resultado, donde muchas veces se ve sacrificado el reconocimiento de la forma del objeto, (sin ninguna otra intención que el de su desdibujo tosco y descuidado), por el solo hecho de empastar. Algo que le aporta a la imagen un resultado a veces duro, visualmente pesado y muy pobre en cuanto a las amplias posibilidades de recursos expresivos y de tratamientos que un tema como el paisaje, pudiera ofrecerle a un pintor que lleva tantos años en el oficio. Y es que en la pintura (como en otras muchas disciplinas del arte y la vida) la armonía y la ley de la proporcionalidad (entendida esta como la relación entre magnitudes medibles) y los equilibrios, debe reinar siempre. La sutileza en la amplitud de los tratamientos, es algo que reclama del versado pintor su más autentica condición y no es digno de tal, aquel que absolutiza un recurso, una forma o manera de hacer, pues muy rápidamente pudiera ser colgado en la vitrina del hastío. Una tarta se hará más dulce cuanto más azúcar lleve, pero si nos pasamos en su proporcionalidad echando cada vez más del sacaroso elemento, no habrá nadie que quiera degustarlo. Es por ello que un buen pintor debe saber escoger la solución y el tratamiento adecuado para su cuadro en cada momento y parte. Un recurso, un tratamiento o una técnica por si solo, no representa o constituye un valor cardinal en la obra, por muy “expresivo” que éste resulte, (valor que generalmente se le concede al caso de los empastes) pues al final de todo, lo único que verdaderamente puede otorgar una valía tanto técnica como estética a la obra, (aparte del atractivo discurso o idea) es la sutil y hábil armonía en la interrelación de uso de los mismos.
En esta muestra “Batecs matèrics” los “latidos” de las obras pesan mucho, tanto física, como visualmente y tal peso no pienso que está refrendado por una intención conceptual ni de discurso que pudiera justificarlo, no obstante a todo lo expuesto, estoy seguro que habrán muchos asistentes que les parezca una muestra llena de gran “fuerza”, “colorido”, “expresividad”, y “soltura” como si todo ello fuera suficiente, cierto e importante. Pero en fin, es lo maravilloso que tiene el Arte y sus acólitos, donde todo puede reducirse a la imprecisa, vacía pero muy recurrida frase de... “pero a pesar de todo me gusta”.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el 29 de febrero en los horarios comprendidos de lunes a jueves desde las 9:00 a las 14.30 horas y desde las 16:30 hasta las 19:00 horas. Los viernes desde las 9:00 hasta las 14:30 horas
Hasta la próxima entrega.
El pasado día 9 de febrero quedó inaugurada la exposición titulada “Batecs matèrics” (latidos matéricos) del pintor Tarraconense Josep Bahima (Tortosa – 1961) en el espacio expositivo del Centro Cultural Castalia Iuris, que como todos ustedes conocen, se encuentra ubicado en Plaza Cardona Vives, Nº 10 de nuestra ciudad.
Bahima es un pintor que se adentra en el mundo de la plástica desde finales de los años 80 y durante la última década, ha participado en diversas muestras colectivas y concursos tanto nacionales como fuera de España, llegando a alcanzar algunos reconocimientos como el primer premio del certamen de pintura “Ceferino Olivé” (en la imagen) el pasado año 2011 con su obra “Paisatge Oxidat” (paisaje oxidado) dotado con 5.000 € y la posibilidad de exponer una selección de su obra en las instalaciones de la Fundación Reddis que se encuentra ubicada en la ciudad de Reus.
La muestra que se presenta en estos momentos en el salón expositivo del Castalia Iuris, es una recopilación de cuadros entre pequeños y medianos formatos (algunos de ellos ya expuestos con anterioridad) con una clara motivación paisajística, inclinando su intención compositiva a un simple concepto abstracto de su diseño (tema que viene abordando este pintor desde hace mucho tiempo) y que en este sentido, los resultados debieran arriesgar más, no solo en el discurso, sino también en las posibilidades compositivas, cromáticas y de los tratamientos plásticos utilizados, algo que avalaría a una investigación racional, consagrada y a la vez creativa de los mismos.
En prácticamente toda su obra, (no solo en la que se recoge en esta exposición) vemos como la carga de materia pictórica de las pinceladas, expresan un tratamiento de gruesos empastes en la superficie del soporte, que se convierte en algo característico de este pintor y que sin embargo no por ello, sus obras trasmiten una sensación de amplio dominio técnico, ya que tanto empastado a veces resulta innecesario, aburrido y gratuito. Esto sin duda provoca un monótono y redundante resultado, donde muchas veces se ve sacrificado el reconocimiento de la forma del objeto, (sin ninguna otra intención que el de su desdibujo tosco y descuidado), por el solo hecho de empastar. Algo que le aporta a la imagen un resultado a veces duro, visualmente pesado y muy pobre en cuanto a las amplias posibilidades de recursos expresivos y de tratamientos que un tema como el paisaje, pudiera ofrecerle a un pintor que lleva tantos años en el oficio. Y es que en la pintura (como en otras muchas disciplinas del arte y la vida) la armonía y la ley de la proporcionalidad (entendida esta como la relación entre magnitudes medibles) y los equilibrios, debe reinar siempre. La sutileza en la amplitud de los tratamientos, es algo que reclama del versado pintor su más autentica condición y no es digno de tal, aquel que absolutiza un recurso, una forma o manera de hacer, pues muy rápidamente pudiera ser colgado en la vitrina del hastío. Una tarta se hará más dulce cuanto más azúcar lleve, pero si nos pasamos en su proporcionalidad echando cada vez más del sacaroso elemento, no habrá nadie que quiera degustarlo. Es por ello que un buen pintor debe saber escoger la solución y el tratamiento adecuado para su cuadro en cada momento y parte. Un recurso, un tratamiento o una técnica por si solo, no representa o constituye un valor cardinal en la obra, por muy “expresivo” que éste resulte, (valor que generalmente se le concede al caso de los empastes) pues al final de todo, lo único que verdaderamente puede otorgar una valía tanto técnica como estética a la obra, (aparte del atractivo discurso o idea) es la sutil y hábil armonía en la interrelación de uso de los mismos.
En esta muestra “Batecs matèrics” los “latidos” de las obras pesan mucho, tanto física, como visualmente y tal peso no pienso que está refrendado por una intención conceptual ni de discurso que pudiera justificarlo, no obstante a todo lo expuesto, estoy seguro que habrán muchos asistentes que les parezca una muestra llena de gran “fuerza”, “colorido”, “expresividad”, y “soltura” como si todo ello fuera suficiente, cierto e importante. Pero en fin, es lo maravilloso que tiene el Arte y sus acólitos, donde todo puede reducirse a la imprecisa, vacía pero muy recurrida frase de... “pero a pesar de todo me gusta”.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el 29 de febrero en los horarios comprendidos de lunes a jueves desde las 9:00 a las 14.30 horas y desde las 16:30 hasta las 19:00 horas. Los viernes desde las 9:00 hasta las 14:30 horas
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez.
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