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02 diciembre 2012

Los "Haikus" visuales de Torán

Estimados lectores.

Con una nutrida asistencia de público, entre los que destacaban algunos pintores, coleccionistas de arte y amigos del pintor, quedó inaugurada el pasado viernes día 30, la exposición de Francisco Torán, (Castellón - 1967) titulada “Paisajes donde el silencio y el ruido se unen” en el Centro de Arte Collage de nuestra ciudad, situado en la calle San Félix 49 (entlo. 2º) muestra que permanecerá abierta al público durante todo el mes de diciembre.

Una exposición de muy buen nivel técnico y coherencia temática; de gran frescura y belleza, donde se pone de manifiesto los amplios recursos plásticos y expresivos que imprime este pintor a su obra. Torán es esencialmente un informalista, de línea expresionista abstracta, donde la gestualidad y el accidente alcanzan una alta cuota de expresividad y dinamismo compositivo. Sin duda es en este lenguaje, donde él se siente más cómodo y donde más disfruta, (como tantas veces me ha confesado), aunque ya viene siendo muy común en sus obras, ese constante “giño” al elemento figurativo de rápida identificación formal, como pueden ser: peces, nubes, floras acuáticas, aves y demás elementos que le sirven no solo como recurso compositivo, sino además, de hilo conductor para provocar en el público una lectura más amable, cercana, poética y hermosa de la imagen. El discurso que le motiva, evidencia una clara influencia del arte tradicional oriental (principalmente chino y japonés) que me hace recordar a esas sencillas y bellas ilustraciones, de admirables alegorías a la naturaleza, que tanto gusta acompañar a los milenarios “Haikus” (poemas breves), escritos llenos de sabias y serenas reflexiones, de ideas que nos hablan de amor, virtud y respeto por el paisaje, habitad natural del hombre junto a los elementos que lo enriquecen; un habitad que Torán, desde su irremediable visión occidental, nos muestra en imágenes pletóricas de color, de amplia riqueza en lo textural visual y también en el gesto y la mancha, a veces accidental, que este joven pintor maneja con gracia y soltura, haciendo de estos recursos plásticos un sello propio de identidad y distinción innegable.

En esta exposición podemos disfrutar de sus maravillosos “estanques” donde carpas japonesas y brillantes peces de colores, parecen protagonizar una peculiar danza de sugerente exotismo, en un amplio espacio de gran belleza cromática y riqueza plástica. En esta ocasión también encontramos tres cuadros dedicados a las aves, donde Francisco Torán recrea el motivo en diminuta escala, haciendo de la imagen su acento visual compositivo y una hermosa declaración de amor y respeto por la vida en libertad de estos simpáticos y canoros amigos.

Sin duda es un hecho que Francisco Torán se siente atraído por el arte oriental, incluso él mismo, ha tomado su cuerpo como lienzo ideal y perpetuo, para tatuarlo con carpas, flores, aves y demás motivos característicos de las iconografías que inspiran a este milenario arte tradicional, acto el suyo, que aun sin ser necesario, le otorgan complicidad y un significativo grado de honestidad y coherencia con el tema, convirtiéndose él mismo sin quererlo, en “parte móvil” de su obra.

Ya son muchos los años que llevo disfrutando de la amistad y del arte de Francisco Torán; un excelente y discreto pintor de nuestra ciudad, como tantos otros, que a diferencias de algunos a los que tanto les gusta exhibirse por eventos y saraos “culturales” varios, haciendo de su constante presencia, la única formula para el reconocimiento y valor de su trabajo, ha preferido apostar por la callada dedicación y el perfeccionamiento de su carrera, que es verdaderamente lo único, en término absoluto, que puede otorgar el auténtico valor que distinga a un pintor primero, para llegar a ser un artista después.

Por todo ello es que les recomiendo a todos, visitar esta hermosa exposición de Francisco Torán en el Centro de Arte Collage, titulada “Paisajes donde el silencio y el ruido se unen” porque sin duda es este un buen ejemplo, (sin ser extraordinario) donde uno puede realmente aprender y disfrutar solo mirando el resultado del trabajo. Sin los “ruidos” y los innecesarios “adornos” que otros necesitan para mantenerse, o sencillamente sentirse “famosos”. Esos que en la soledad de su conciencia, seguro estoy estarían dispuestos a vender su alma al diablo por la mitad del talento que otros han ganado con esfuerzo y años de estudios, para así seguir disfrutando (con algo más de meritos) de los aplausos y alabanzas dentro de un ágora de mediocres e incompetentes.

Hasta la próxima entrega.

Amaury Suárez.

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