Estimados lectores.
El pasado martes 23 de abril quedó inaugurada en el centro provincial de
arte “las Aulas” la exposición monográfica de la creadora Elisa Merino Calvo,
titulada “Untapped Lledó”. Para aquellos que el ingles no es lo suyo, decir que
“Untapped” como adjetivo se refiere a algo que está por explotar o descubrir,
con lo cual, el titulo en español sería “Lledó por descubrir” o “Lledó por
explotar”, refiriéndose a las que según su creadora, son las posibilidades que
aún tiene la imagen de la virgen del Lledó (y todo lo que ella representa) para
ser tratada y recreada desde el punto de vista artístico.
Después de esta referencia didáctica sobre la
lengua de Shakespeare, podemos entrar en materia.
Elisa Merino Calvo (que no es
inglesa) es una destacada creadora multidisciplinar salmantina, residente en
Castellón de amplio currículum, vinculada al arte idea o conceptualismo, para
lo cual, se auxilia de diversos medios expresivos como la fotografía, los
performance, las instalaciones y el video, aunque en ocasiones también utiliza
la escultura y la pintura según sea su interés de discurso. Su tema principal
es la identidad multicultural, además ha desarrollado obras de denuncia de la
violencia y de marcado compromiso social. Donde destaca una de sus
instalaciones con fotografías en el museo del Bronx de Nueva York titulada "Cartografías
del hambre".
En la muestra que nos ocupa,
“Untapped Lledó”, esta experimentada creadora nos ofrece su particular visión
sobre uno de los “iconos” más representativos de Castellón, no solo desde el
punto de vista de la arraigada tradición cultural, sino además, de aquella que
lo vincula a la fe religiosa del lugar. La virgen del Lledó es sin duda el
símbolo más representativo de esta comarca de la Plana Alta
que une a su
alrededor, actos y sentimientos de la inmensa mayoría de sus habitantes
(devotos o no) convirtiéndola en un elemento de unidad y también de distinción
de la singular idiosincrasia castellonense. La exposición también nos habla del
hábitat y las costumbres de los orígenes de la zona, de sus raíces, de la historia
de castelloneros vinculados al medio rural, surgido entre el aroma y el color
de naranjos que dieron origen a una región próspera e industrial azulejera, donde
la “tierra” sigue siendo su cardinal elemento y aunque ahora no tanto, se sigue
valorando el modo de vida mediterráneo y junto con él sus tradiciones.
No es muy común ver en esta sala
una exposición con estas características de lenguaje, el conceptualismo es una
corriente más propia de museos o galerías especializadas, en ciudades más
cosmopolitas, que atraen y cultivan a un público elitista o exclusivo. Quizás
por esa razón la asistencia de público hasta la fecha, resulta muy escasa y los
que asisten, no alcanzan a analizarla y valorarla en su justa medida, a pesar
de resultar en suma bastante anecdótica y de gran literalidad del motivo
inspirador de la propuesta. Una experiencia más que pudiera abrir el tópico
debate entre las corrientes contemporáneas y la inaccesibilidad o hermetismo de
sus discursos para el amplio público, pero en fin, eso es otro asunto.
Lo cierto es que desde el punto
de vista estrictamente formal, la exposición no hace apenas aportaciones, ni en
los elementos expresivos que utiliza, con un sentido un tanto “povera”, ni en el
diseño espacial que lo compone. No han sido pocas las veces que hemos visto en
una exposición de este tipo, un televisor divulgando y repitiendo hasta la
saciedad, el cuerpo teórico- conceptual que el creador desea exponer a los
visitantes; como tampoco el tipo de “instalación” a lo “patchwork” cutre, a modo
de cortina navideña, como el que nos da la bienvenida en la primera sala. Los
espacios recreados como parte del todo conceptual, apuntan más a un concepto de
distribución hogareña cual ama de casa, que no solo resultan bastante naif,
simples y pobres, sino que además están muy trillados como imagen dentro de
estas tendencias de predominio de la idea sobre la formas.
Si la intención (como se desprende
del título de esta exposición) es la de proponernos incidir en una visión más
elevada sobre el icono de fe que es la Virgen del Lledó y todo lo que ella
representa en la cultura de Castellón, creo que la propuesta que nos platea
Elisa Merino Calvo con su obra, es aún no solo insuficiente y menesterosa, sino
además confusa, algo que nos puede llamar la atención sobre la “necesidad” que
tienen algunos creadores de convertirlo todo, en motivo de “arte” sin un previo
estudio que arroje un resultado más convincente, elevado y profundo. Incidiendo
cada vez más en un arte superficial, pueril y caricaturesco, aún cuando éste, expuesto
en un museo o en una galería, lo pretendamos envolver con el manto de la
contemporaneidad del arte moderno.
A pesar de todo lo dicho, les
exhorto a visitar esta “Untapped Lledó” de Elisa Merino Calvo, estoy seguro de
que su autora les agradecerá aumentar el índice de visitas a su exposición y
por otra parte, podrán ustedes mismos sacar sus propias conclusiones, ¡pero
cuidado! Si al valorar el resultado de la obra, no coinciden con los
pretendidos objetivos, pueden correr el riesgo de ser tildados de ignorantes, pues
con acostumbrada frecuencia se suele decir que para este arte todo público que
no es sumiso a sus obras es inculto y nunca está a la altura de lo expuesto, como
tampoco de los artistas que lo cultivan. Espero que este no sea el caso y solo
traten de ver una nueva “Lledó por descubrir”.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez.
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