Estimados lectores.
Como ya muchos de ustedes conocen, el pasado sábado 3 de Octubre aparece en los diferentes medios de comunicación, principalmente la prensa escrita regional, la desafortunada y muy desagradable noticia de los actos de vandalismo producido en Alicante, por parte de unos desvergonzados que amparados en la oscuridad de la noche, ocasionaron serios daños a varias esculturas de las 19 que componían la exposición al aire libre, titulada “Universo Urbano” del artista castellonense Juan Ripollés, llegando incluso a lanzar dos de ellas al mar. Si bien es cierto que lamentables actos como estos, no es la primera vez que sufre la obra de este artista, (en Holanda y en Palma de Mallorca según cuenta para la prensa el propio autor) no hay derecho, como tampoco la más mínima justificación para que actos tan lamentables como estos se produzcan. Y sería muy conveniente que aquellos que en sus manos está la responsabilidad de garantizar la educación integral de los más jóvenes, como son los padres, profesores, políticos y jueces, tomaran buena nota de ello, pues de no atajarse a tiempo estas cuestiones, sin duda trascendentales para llevar a cabo la construcción de una sociedad mucho mejor en el futuro, nos conducirían inexorablemente por el triste camino de la barbarie y del caos.
Cierto es que el vandalismo en arte es un fenómeno que pudiéramos considerar de alcance universal, ya que desafortunadamente sus consecuencias y resultados, suelen lamentarse con relativa frecuencia en distintas partes del mundo, actos que casi siempre están ocasionados por la intervención de factores tanto objetivos como subjetivos que lo provocan.
Algunos estudiosos de este tema plantean, que a medida que avanzan las sociedades modernas y con ellas, una visión funcional y estética de sus diseños urbanísticos más globalizados, van apareciendo escenarios muchos mas impersonales y diluidos en una estética universal, carentes de la distinción y sentido de apropiación o de pertenencia por parte de las poblaciones que en ellas habitan, (principalmente la que ataña a los mas jóvenes) algo que sin duda, sí aportan la huella dejada por las culturas de los pueblos y las tradiciones de las regiones. Esto que además es estimulado por la falta de políticas de educación cívica, ética y estética, van favoreciendo negativamente hacia una perdida consiente de los valores positivos en sus poblaciones, algo que pudiera propiciar el surgimiento de grupos que no se relacionan, ni se corresponden con dichos escenarios.
En el pasado reciente, obras de arte de altísimo valor cultural han sido destruidas o dañadas por elementos perturbados que han querido llamar la atención sobre sí mismos, o sobre los movimientos ideológicos que representan. La mutilación es obra de elementos desadaptados y violentos de inconcebible aceptación en el seno de una sociedad democrática y civilizada. Un ilustrativo y desafortunado ejemplo de ello lo fue, la destrucción por el Talibán de Afganistán, de las dos esculturas de Buda de escala monumental en el Valle de Bamiyán, como también el daño ocasionado hace dos años al cuadro de Claude Monet titulado “El puente de Argenteuil” el cual resultó seriamente dañado por unos jóvenes en estado de embriaguez que entraron en el Museo de Orsay.
Como ya muchos de ustedes conocen, el pasado sábado 3 de Octubre aparece en los diferentes medios de comunicación, principalmente la prensa escrita regional, la desafortunada y muy desagradable noticia de los actos de vandalismo producido en Alicante, por parte de unos desvergonzados que amparados en la oscuridad de la noche, ocasionaron serios daños a varias esculturas de las 19 que componían la exposición al aire libre, titulada “Universo Urbano” del artista castellonense Juan Ripollés, llegando incluso a lanzar dos de ellas al mar. Si bien es cierto que lamentables actos como estos, no es la primera vez que sufre la obra de este artista, (en Holanda y en Palma de Mallorca según cuenta para la prensa el propio autor) no hay derecho, como tampoco la más mínima justificación para que actos tan lamentables como estos se produzcan. Y sería muy conveniente que aquellos que en sus manos está la responsabilidad de garantizar la educación integral de los más jóvenes, como son los padres, profesores, políticos y jueces, tomaran buena nota de ello, pues de no atajarse a tiempo estas cuestiones, sin duda trascendentales para llevar a cabo la construcción de una sociedad mucho mejor en el futuro, nos conducirían inexorablemente por el triste camino de la barbarie y del caos.
Cierto es que el vandalismo en arte es un fenómeno que pudiéramos considerar de alcance universal, ya que desafortunadamente sus consecuencias y resultados, suelen lamentarse con relativa frecuencia en distintas partes del mundo, actos que casi siempre están ocasionados por la intervención de factores tanto objetivos como subjetivos que lo provocan.
Algunos estudiosos de este tema plantean, que a medida que avanzan las sociedades modernas y con ellas, una visión funcional y estética de sus diseños urbanísticos más globalizados, van apareciendo escenarios muchos mas impersonales y diluidos en una estética universal, carentes de la distinción y sentido de apropiación o de pertenencia por parte de las poblaciones que en ellas habitan, (principalmente la que ataña a los mas jóvenes) algo que sin duda, sí aportan la huella dejada por las culturas de los pueblos y las tradiciones de las regiones. Esto que además es estimulado por la falta de políticas de educación cívica, ética y estética, van favoreciendo negativamente hacia una perdida consiente de los valores positivos en sus poblaciones, algo que pudiera propiciar el surgimiento de grupos que no se relacionan, ni se corresponden con dichos escenarios.
En el pasado reciente, obras de arte de altísimo valor cultural han sido destruidas o dañadas por elementos perturbados que han querido llamar la atención sobre sí mismos, o sobre los movimientos ideológicos que representan. La mutilación es obra de elementos desadaptados y violentos de inconcebible aceptación en el seno de una sociedad democrática y civilizada. Un ilustrativo y desafortunado ejemplo de ello lo fue, la destrucción por el Talibán de Afganistán, de las dos esculturas de Buda de escala monumental en el Valle de Bamiyán, como también el daño ocasionado hace dos años al cuadro de Claude Monet titulado “El puente de Argenteuil” el cual resultó seriamente dañado por unos jóvenes en estado de embriaguez que entraron en el Museo de Orsay.
Tanto la intolerancia fundamentalista en una, como la incultura no solo estética, sino también de las más elementales normas de conducta y urbanidad en la otra, fueron la simiente de un lamentable desenlace que nos ataña a todos.
Es por ello que desde este humilde lugar, quiero dejar patente mí más enérgica repulsa a este tipo de comportamientos que realizan estos irracionales y despreciables personajes, que lo único que son capaces de reflejar con estos actos es la incapacidad intelectual y humana que poseen, alguien dijo una vez, la violencia es el último refugio del incompetente, pues bien, lo ocurrido en Alicante con las escultura de Juan Ripollés, es un buen ejemplo de ello.
Muchas gracias y hasta la próxima entrega.
Es por ello que desde este humilde lugar, quiero dejar patente mí más enérgica repulsa a este tipo de comportamientos que realizan estos irracionales y despreciables personajes, que lo único que son capaces de reflejar con estos actos es la incapacidad intelectual y humana que poseen, alguien dijo una vez, la violencia es el último refugio del incompetente, pues bien, lo ocurrido en Alicante con las escultura de Juan Ripollés, es un buen ejemplo de ello.
Muchas gracias y hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez
2 comentarios:
Me ratifico en el rechazo de esta barbarie contra la obra de Juan Ripollés. Cualquiera puede estar en desacuerdo con la obra o con la propia persona del artista, pero nadie puede agredir de forma violenta y destructiva al artista o a su obra. El respeto y la tolerancia son los pilares de la convivencia humana.
Independientemente del gusto personal de cada uno,lo que es subjetivo y a la vez muy respetable, pero de ninguna forma es un motivo que justifique este comportamiento impropio de una sociedad civilizada como la que vivimos. A decir verdad, no resulta agradable que se produzcan estos acontecimientos de una forma reiterada sin hacer distinciones hacia ningún artista.
Un abrazo!
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