Estimados lectores.
Alguien dijo una vez que podemos tener momentos de alegría, pero que nunca llegamos a ser completamente felices; a veces para disfrutar de un maravilloso día de verano, tenemos que contar con la posibilidad de sufrir un molesto enjambre de mosquitos sedientos de sangre, (un enfoque algo pesimista, pero sin duda muy cierto). En esta ciudad es también una realidad, las escasas ocasiones en que podemos disfrutar de una buena exposición de pintura. Son tan escasas, como dientes tiene en la boca el personaje televisivo “El cuñao”, aunque a pesar de ello, las que abundan, siempre podrán servir como ejemplos para ilustrar aquellos caminos o propuestas de las que debemos huir, o al menos no acercarnos demasiado. Y digo todo esto, porque después de haber disfrutado con una extraordinaria exposición como la del maestro Vasarely, ahora tenemos que volver a la cruda realidad y resignarnos a contemplar esas exposiciones carentes de conocimientos, propuestas y técnicas, como la que en estos momentos se exhibe en la sala pequeña del centro cultural provincial las Aulas, inaugurada el pasado 22 de mayo, del “artista” senegalés Seydina Ousmane Diamé.
Antes de comenzar con mi valoración sobre esta exposición, debo decir que soy consciente que para algunas personas que acostumbran a hacer valoraciones “paraculturales” o “paraartísticas” (es decir, “fuera de”) relacionando en sus análisis aspectos inconexos, donde muchas veces lo que valoran y juzgan (desde la más absoluta subjetividad y desconocimiento) son mis supuestas intenciones y no los análisis técnicos que hago; al leer un artículo que dedico a la obra de un “artista” negro senegalés, mi opinión pudiera parecerles insolidaria, soberbia, dura y clasista. Tampoco descarto incluso que haya algún “iluminado” que lo asocie a una intención xenófoba y/o racista por mi parte. Ya sabemos el daño que ha ocasionado la E.S.O. en este país, que imposibilita a algunas personas a realizar análisis más profundos y ponderados de las cosas y los fenómenos. Pero en cualquier caso y como he venido haciéndolo desde que abrí este blog, haré una valoración técnica de la obra, independientemente de quien sea su autor.
Para empezar diré que el montaje de la muestra resulta muy recargado para el reducido espacio de la sala. Este efecto viene provocado, no solo por la cantidad de piezas y el tamaño de las mismas, sino además por las enormes telas que cubren a los caballetes que sirven de apoyo a los cuadros. Creándose un diseño expositivo asfixiante a lo “Top Manta”, bastante aficionado que transmite al conjunto una enorme pesadez visual. Al parecer para el joven Seydina Ousmane la cantidad de piezas a exhibir, era el único y primordial elemento a tener en cuenta, sin duda mucho más que la calidad que estas pudieran aportar a la muestra. Para mayor falta de rigor expositivo (y esto no lo atribuyo al pintor) la ausencia de un digno catálogo nos impide conocer más sobre este autor, (datos biográficos, estudios, trayectoria etc.) quedando a la vista del público como único material “informativo”, un fajo de carteles aun no publicitados por la ciudad y una pésima fotocopia tamaño folio, con correcciones a mano y con bolígrafo, que nos advierte sobre los horarios y la duración de la muestra, así como unas breves y anónimas palabras donde se nos señala que… “En esta exposición, el artista senegalés busca a través de los colores de la naturaleza ofrecer una idea clara y precisa de los valores que actualmente poseen los jóvenes en todo el mundo.” También se nos reseña el titulo de la muestra que en este caso es “El recorrido de un joven senegalés”.
Palabras que nos hablan de una anhelada búsqueda a través del color, para ilustrar un discurso que se pretende noble y representativo de los valores humanos, (principalmente el de los jóvenes) pero que evidentemente no lo llegamos a encontrar nunca en la imagen plástica de su obra, convirtiendo al resultado, en un discurso paradójicamente opuesto al deseado por su autor, expuesto en un trabajo carencial y en suma muy aficionado, tanto en los aspectos técnicos como en el propio concepto de la obra. La arbitrariedad en las mezclas de los colores y lo descuidado de los tratamientos, son los verdaderos protagonistas en la ejecución de las obras, algo que conlleva a un resultado desagradable y pobre, incluso para los anhelados objetivos cromáticos.
Y para aquellos que siempre tratan de justificar las carencias en los resultados de las obras, buscando “curiosos” argumentos de psicología y cultura dominguera, decirles que la obra de Seydina Ousmane Diamé no tiene nada que ver con un lenguaje de identidad cultural, ni mucho menos con un sentido africanista de la realidad pictórica. Amplios y muy variados son los ejemplos de obras de artistas de ese expoliado continente negro, donde se conjuga de manera hábil, coherente y talentosa, la identidad cultural y étnica de sus pueblos, con un rico concepto de contemporaneidad artística, algo que le otorga al resultado, una singular universalidad de los lenguajes artísticos. Famosos creadores como es el caso del pintor congolés Camille-Pierre Pambu (Bodo), el escultor senegalés Seni Awa Camara, el artista multidisciplinario John Goba, de Sierra Leona o el escultor Koffi Kouakou de Costa de Marfil, (imagen del párrafo) entre muchos otros, expanden con su arte un lenguaje donde el elemento de identidad africana, heredera de una rica y ancestral cultural, renace con elegancia y rigor, colorido y frescura, para insertarse con fuerza en el amplio lenguaje universal del arte contemporáneo.
Es por todo esto que considero a la exposición, “El recorrido de un joven senegalés” del pintor Seydina Ousmane Diamé, independientemente de sus nobles intenciones y objetivos, un mal ejemplo del resultado, que debería hacerle reflexionar para cuando tenga la posibilidad de realizar una nueva exposición. A pesar de ello, quiero exhortar a este joven pintor a que siga “en su recorrido” trabajando mucho y con ilusión, pero siempre desde el rigor, la constancia y la búsqueda del conocimiento, pues solo así, no solo honrará al arte de su nación, sino también se honrará a sí mismo, que es sin duda uno de los más nobles objetivos en la vida. Pero en esta ocasión tengo que decir, que largo se hace el camino y aun le falta mucho por recorrer a este joven Senegalés.
Hasta la próxima entrega
Amaury Suárez
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