Estimados lectores
Siempre debiera ser motivo de
tristeza, cuando vemos destruirse o incluso desaparecer una obra de arte
conocida, o de nuestro entorno. Tristeza fue el sentimiento que abrigué cuando
supe la noticia de que habían sido destruidas por los talibanes en el año 2001,
las monumentales tallas de sendos budas sobre roca de areniscas en Bamiyán, ciudad
de Afganistán, o cuando cayeron ese mismo año las torres gemelas de New York en
ese fatídico 11 de septiembre, incluso pude sentir tristeza cuando supe que en abril
del 2009 unos vándalos en la ciudad de San Petersburgo, había dañado
considerablemente una estatua de bronce de Lenin (imagen del párrafo) y que a pesar de su imagen con
clara connotación ideológica y de culto a la personalidad que esta contenía,
estaba hecha con arreglo a una calidad, a un rigor y a unos incuestionables conocimientos
técnicos por parte de su autor, que avalaban no solo su reconocimiento, sino el
valor y la calidad de su trabajo, y que de no haber sido por aquella acción (una carga
explosiva) que la dañó considerablemente, hoy seguiría estando expuesta como viva
imagen del que sin duda significa y fue considerado el “padre de la Unión
Soviética”.
No es la primera vez que advierto
al público desde este espacio, el gran fraude que sin ningún género de duda
resulta el trabajo de este singular “artista”. Sus costosas obras se van
deteriorando en un tiempo record producto de la ignorancia técnica que arroja
su mala praxis, y sin embargo, nadie asume responsabilidades por ello. Un personaje al que le han
dedicado y asignado desde las esferas del incompetente poder, la "misión" de invadir sin ningún escrúpulo el espacio público de nuestra ciudad, con sus infantiles
murales y su “ovomórficos” monigotes, “plantados” sin ningún criterio
de diseño urbanístico, en importantes lugares, plazas, rotondas y calles, no
solo en nuestra ciudad, sino también en toda la amplia geografía de nuestra comunidad; menospreciando sin ningún pudor y de manera injusta, a muchos otros creadores profesionales, que no sólo poseen mejor y mayor calidad técnica, y rigor en sus propuestas, sino que además tienen también todo el derecho (como hasta ahora sólo lo ha tenido este patético "artista") de ser promovido sus trabajos. Han sido varios
los artículos que he dedicado a denunciar y demostrar con sólidos argumentos lo
que de facto solo forma parte, según mi opinión, de un contubernio
político-económico-especulativo, que solo busca cuota de beneficios en un grupo
que poco o nada saben de calidades, técnicas y aportaciones en el terreno del
arte y sí mucho de trapicheos oscuros y enriquecimientos ilícitos, donde
siempre el que paga los platos rotos, es el contribuyente, mientras que ellos llenan sus bolsillos y se
mantienen al margen de todo tipo de responsabilidad cuando ocurren estas cosas. Afortunadamente de nada ha
servido la altura física de este monumento, ni las pomposas inauguraciones de las
que fuimos testigos el pasado septiembre del año 2010 y en la que en su día
dediqué un artículo titulado “Versión fallera contra el terrorismo” y que
podrán leer en el siguiente enlace: http://degaleriasconamaury.blogspot.com.es/2010/09/version-fallera-contra-el-terrorismo.html donde ya hablaba entonces y como se a visto luego, de forma premonitoria, del desequilibrio visual y compositivo de la pieza, (parece que también lo era físico - estructural) pero como suele ocurrir, cuando se trata de hacer reinar al engaño, “Fallas más altas han caído” pues la mentira no
puede avanzar con buen ritmo, sus pasos son muy cortos ante la verdad y
la evidencia, a pesar de la desfachatez y desvergüenza de quien la diga.
Pero volvamos a mis sentimientos…
Hoy puedo sentirme más optimista
(después de contemplar lo ocurrido) ya que puedo abrigar la esperanza de que mis
nietos, no sean testigos de ejemplos como este, de tanta
fealdad, descrédito e irreverencia, hacia una actividad que he defendido
siempre a pesar de todo y de todos, aún cuando algunos crean (desde su infinita
miopía intelectual y miseria humana) que esto es solo cuestión de mezquindad
infundada y no de auténtico amor y respeto por una profesión que honra a
quienes la honran. Me siento feliz porque a pesar de todo, la ignorancia y el
oportunismo, no tienen cabida en el verdadero arte, y todo aquel que pretenda
engañar, haciéndose pasar por lo que no es, mucho más temprano que tarde se
encontrará con el merecido escenario del olvido y el descrédito. Y para
aquellos que aún persisten en otorgarle un
valor a lo que una vez más nos demuestra no tener, siempre me ha gustado conceder un
sentimiento de ternura a la ingenuidad, como también de desprecio a la
ignorancia.
Ahora solo nos queda esperar, que
a pesar del justiciero desastre, no se le ocurra a ningún “listo” de turno, proponer
un nuevo impuesto para reparar los daños, porque con los tiempos de crisis que
azotan el país y el endeudamiento que tenemos en nuestra comunidad, sería no
solo injusto, sino además muy surrealista. Aunque tampoco me extrañaría que ocurriera.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez.