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23 abril 2012

Fundación Caja de Castellón airea sus obras por segunda vez.

Estimados lectores.

El pasado miércoles 4 de abril a las 19:30 horas, quedaron inauguradas dos exposiciones de pinturas, que forman parte de los fondos artísticos de la colección permanente de la Fundación Caja Castellón-Bancaja que curiosamente (y quizás como medida de ahorrar en presupuesto) es prácticamente idéntica a la que se expuso de manera colectiva hace 10 años (con edición de catálogo incluido) y que ahora vemos dividirse en dos, la primera, en la Casa Abadía ubicada en la plaza de la Hierba s/n bajo el titulo “El Paisaje”, donde se presentan obras de importantes pintores regionales entre los que destacan Juan Bautista Porcar y Ramón Catalán entre otros y la segunda, con el titulo “La abstracción”, en la Sala Bancaja Hucha ubicada en la calle Enmedio 82, en esta ocasión, una muestra que recoge un buen número de obras de diferentes autores, donde se destaca la presencia de los maestros Joaquín Michavila, Salvador Soria y Fernando Peiró Coronado, así como de otras figuras importantes como son los pintores Wenceslao Rambla, Joël Mestre y Ximo Amigó entre otros junto a una joven Patricia Bonet que debe estar muy contenta y honrada en compartir cartel con estos creadores de mayor experiencia, madurez y curriculum que ella, aunque también es cierto que a pesar de eso, su obra no demerita la colección.

La exposición que se exhibe en la Casa Abadía, es de lenguaje figurativo, con una línea que responde a una pintura más tradicional costumbrista y con cierta reminiscencia académica, donde aparecen recreados algunos conocidos parajes naturales y urbanos de esta zona, que todos hemos visto transformarse con el paso del tiempo, como consecuencia del desarrollo y expansión de una ciudad eminentemente agrícola en origen, pero devenida en industrial y “moderna”, gracias a las numerosas fabricas de azulejos y también como no, al “boom” inmobiliario que le trajo varios años de bonanza económica y riqueza, y que al igual que ocurrió en casi todo el territorio nacional, Castellón también tuvo buenos ejemplos de notoria especulación sobre el precio del suelo y la vivienda, algunos muy honorables y otros, viva crónica de mafiosos y maleantes que aun hoy siguen disfrutando de los beneficios, pero en fin, eso es algo que siempre se suele “justificar” con aquello de la picaresca española, aunque no importa si el pícaro tenga que ser necesariamente un delincuente. En cualquier caso ya son solo momentos del pasado, que ahora percibimos con resignación desde la sosegada perspectiva que nos otorga el tiempo.

Pero volvamos a las obras que es lo que nos importa…

Con relación a su calidad expositiva debo decir, que a pesar de ser estos autores considerados “maestros” por algunos críticos muy amables y en suma complacientes, como es de esperar alguno lo son más que otros. Y con esta valoración no quiero restar meritos a nadie, ni inducir a la irreverencia (aunque ya me imagino que seguro más de uno así lo pensará) sino que busco acotar una valoración ajustada a lo técnico por una parte y en segundo lugar, a la repercusión de la propuesta discursiva de las obras en el momento de su realización, comparándola no solo con el entorno cercano, es decir su repercusión nacional, si no en referencia también a una proyección más amplia hacia el exterior, es decir lo internacional. Y en este sentido tengo que decir que no es muy afortunado Castellón en este aspecto, pues tanto el concepto que engloba a la condición de pintor, como los motivos recreados en sus obras, expresa una visión muy tradicional y en cierta medida decadente al igual que su maestría técnica, siempre con la excepción del maestro Juan Bautista Porcar quien se alzó con autentica personalidad pictórica, influenciando incluso hasta hoy a los pintores interesados por este genero, en cuanto a la forma o manera de concebir el paisaje de la zona. Luego tenemos a Ramón Catalán que preocupado por las reglas que dictaba la academia de la época, (hoy prácticamente desconocidas para muchos graduados de las escuelas de bellas artes) nos regala una obra de gran rigor técnico y exquisito acabado, pero carente de toda novedad o aportación en su propuesta, algo que lo coloca como un distinguido maestro de la artesanía del oficio incluso en un genero como el paisaje, donde precisamente no podemos decir que él se sentía más cómodo, ya que sin duda fue el género del retrato lo que le otorgo mayor reconocimiento en su vida activa como pintor, antes de dedicarse casi por entero a la docencia; actividad que supo llevar con rigor y respeto hacia el arte de la pintura y que hoy muchos le agradecen.

Con relación al resto de las obras que se exhiben, me resulta muy difícil otorgarle una similitud meritoria comparable a estos dos ejemplos antes mencionados y pienso además, que sería realmente injusto equipararlos ya no solo en el discurso, en lo cual pudiera haber cierta similitud, pero de ningún modo en lo técnico, ya que existen ejemplos de palpables carencias en el manejo de la técnica, que resulta en suma aficionada. Donde se incurre en graves errores que tiene que ver con reglas elementales en el tratamiento del paisaje como son, el correcto uso de las diferentes perspectivas, las reglas del color según el espacio que ocupa en el plano, el cuidado del dibujo etc. En fin, dicho esto debo decir, que a pesar de todo y aunque solo sea por disfrutar de la obra de Juan Bautista Porcar y Ramón Catalán, vale la pena visitarla

De la segunda exposición… “La Abstracción”.

Como puede deducirse del titulo de la segunda exposición citada, las obras se encuentran agrupadas en esa siempre recurrida corriente informalista, donde se nos muestra un amplio recorrido de su lenguaje que abarca desde los tratamientos matéricos y de collage, hasta aquellas que otorgan mayor importancia al gesto, el color o las soluciones de estarcidos o “dripping”, que resultan muy característicos dentro del expresionismo abstracto, donde el recurso de “accidentes”, provocado por la impronta del gesto y la mancha, adquieren un gran protagonismo y significado emocional en su discurso.

Sin duda esta muestra resulta más homogénea en cuanto a calidad y también muy variada en cuanto a lenguaje o forma de acometer esta tendencia informalista. Los más jóvenes se funden de manera orgánica entre los más experimentados y eso solo es posible cuando existe una clara coherencia en el discurso y un rigor en el manejo de los recursos técnicos y expresivos. Cierto es que salvo raras excepciones en esta exposición, ninguno ya nos sorprende hoy, pues el lenguaje resulta aun muy próximo a las fuentes de donde beben y que a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo muy próxima a esa iconografía trasatlántica americana de mediado de los años 40. De Kooning, Franz Kline, Motherwell, Cy Twombly y Mark Rothko siguen estando aún muy presentes.

A pesar de mi valoración (siempre personal, libre y sincera) pienso que como muestra colectiva, ha sido un gran acierto por parte de la Fundación Caja Castellón, (aunque sea por segunda vez) brindarnos la oportunidad de contemplar esta colección, pues no siempre se tiene la suerte en esta ciudad, de disfrutar de un conjunto de obras abstractas con tanto rigor y coherencia iconográfica, además de buen gusto en su propuesta expositiva. En los tiempos de penuria que corren, nos permite ahorrarnos un buen dinero en billete de avión y estancia (algo que se agradece) para así no tener la necesidad de ir a ver los antecedentes directos de esta muestra, al MOMA de New York.

La exposición permanecerá abierta hasta el próximo día 4 de mayo y espero que ustedes no pierdan la oportunidad de disfrutar de ella. Se la recomiendo muy sinceramente.

Hasta la próxima entrega

Amaury Suárez.

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